Las
vacaciones veraniegas no podían comenzar peor, apenas había
comenzado a disfrutar. Solo hacía dos días que habían acabado las
clases y mamá ya me había dejado al cuidado de mi hermanito
pequeño.
Alguien
la había llamado por teléfono y había salido disparada de casa
pidiéndome que atendiese al pequeño y le diese su biberón en
cuanto despertase. No me dio explicaciones de a donde iba y me
pareció preocupada. Antes de marchar me prohibió ver la tele y me
hizo prometérselo asegurándome de que a la vuelta me daría una
explicación.
Ya
hacía dos horas que había marchado. Le cambié el pañal a Yoel y
le dí su biberón. Con él en brazos me asomé a la ventana, todo
estaba tranquilo salvo unos cuantos helicópteros que sobrevolaban
hacia el sur. Que extraño... mamá no solía retrasarse tanto cuando
nos dejaba solos.
Me
sentía muy intranquila, el tiempo pasaba... tuve que preparar otro
biberón para mi hermano y ni tan siquiera había recibido una
llamada de teléfono de mamá. Pensé en llamar a mi padre al trabajo,
pero no quería preocuparlo.
Finalmente
desobedeciendo a mi madre, encendí la tele, intuía que algo iba
mal pues me sentía muy inquieta. Cambié de canal buscando las
noticias, y lo que vi me aterró...
Había
explotado el “Centro de Control de Enfermedades Infecciosas” en
Atlanta, por causas que aún se desconocían. ¡Dios mío! En Atlanta
vivimos nosotros, y papá llevaba doce años trabajando en ese
centro, era microbiólogo y actualmente se encontraba procesando la
vacuna para la “influenza H3N2” (variante de la gripe).
A
pesar de mi corta edad, no tenía más que doce años, entendí que
era una noticia catastrófica. Allí se encontraban las cepas más
virulentas de las enfermedades infecciosas, incluso de muchas que
habían dejado de existir y ahora se hallaban flotando libres en el
ambiente, lo que podría desencadenar en el fin de la humanidad.
Hablaban
de muchas víctimas, y estaba segura de que mi papá se hallaba entre
ellos, el edificio había quedado totalmente arrasado a pesar de la
firme construcción con la que había sido hecho. ¡Por eso mamá
había salido de casa con esa prisa! Debió dirigirse inmediatamente
hacia allí, para saber algo de papá. Con toda seguridad había
escuchado algo por la radio, en cuanto abría los ojos por la mañana
acostumbraba a encenderla para escuchar las noticias mientras se
arreglaba.
Aconsejaban
a todo el mundo que se refugiasen en sus casas o en sus trabajos, que
nadie saliese del lugar donde se encontrase en ese momento. Aún no
se sabían los daños que podría causar esta hecatombe, pero las
expectativas no eran muy halagüeñas...
Escuché
gritos en la calle, dejando a mi hermano en el corralito, me acerqué
con miedo a la ventana. Lo que vi era lo típico en una película
de zombis que tanto me apasionaban y que nunca habría pensado llegar
a ver en la vida real. Un hombre y una mujer con sus ropas rasgadas y
sucias, se estaban comiendo literalmente a mi vecina la Sra. Missy,
mientras por todos lados comenzaban a aproximarse más de ellos
atacando a todo el que encontraban por el camino y adentrándose en
algunas de las casas.
Abandoné
ese sitio y me dispuse a repasar todas las ventanas y puertas de la
casa, asegurándome que estaban correctamente cerradas. Situada en la
habitación de mis padres poniendo el pestillo a la ventana,
vi a mamá con su bonito vestido azul que tanto estilizaba su figura,
y bajé corriendo las escaleras con intención de abrirle rápidamente
la puerta antes de que alguno de los seres que se hallaban allí
fuera le hiciese daño.
Salí
al exterior y la llamé fuertemente -mama ven, apresúrate- ella me
miró y se acercó hacia mí, cuando la tenía a menos de dos metros, miré horrorizada su aspecto, estaba convertida, el terror me
paralizó incapaz de despegar mis pies del suelo y de repente,
alguien me agarró elevándome un poco y me arrastro al interior de
mi casa cerrando todos los pestillos de la puerta.
- ¿Pero que demonios estabas haciendo? Un hombre joven de unos treinta años me miraba enfadado- ¿no has escuchado las noticias?
Y
comencé a llorar, por mi madre y por mi padre, y sobre todo por la
situación en la que nos hallábamos inmersos.
- Perdona pequeña, no quería asustarte, pero pusiste tu vida en peligro, ¿estás sola en casa? -dijo mientras me abrazaba cariñosamente-.
- No, estoy con mi hermanito pequeño Yoel, no es más que un bebé de cinco meses, mi madre era la mujer del vestido azul, y mi papa... -quedé trabada comenzando a sollozar de nuevo- debe haber fallecido en la explosión, el trabajaba allí.
- Siento decirte esto pequeña, los trabajadores del centro que no han quedado reducidos a cenizas a causa de la explosión, se han convertido en lo que acabas de ver ahí fuera, incluso los civiles que vivían alrededor del recinto. Una mutación de los virus que han quedado en el aire y que han sobrevivido a las altas temperaturas desatadas en el incendio, han causado que las personas alteren su adn convirtiéndose zombies.
- Cómo puedes saber tanto del tema? -las lagrimas discurrían por mi rosto recordando la perdida de mis padres-
- Acabo de llegar a Atlanta procedente del Centro Europeo para la prevención y control de enfermedades infecciones (E.C.D.C.) en Estocolmo, Suecia. Iba a reunirme con el microbiólogo puesto al cargo en la investigación de una vacuna de interés para nosotros.
- ¿La influenza H3N2? -pregunté-.
- Si, exactamente ¿como lo sabes?
- Mi padre era el que estaba con ese estudio, con toda probabilidad te reunirías con él.
- ¿Tu padre era el Dr. Willet? -pregunto sorprendido-. He tenido la ocasión y el privilegio de conocerlo personalmente, puedes estar orgullosa de él, era una gran persona y un gran profesional -dijo elevando mi orgullo hacia mi padre-.
Escuchamos
las noticias y eran desalentadoras, los infectados se multiplicaban
en segundos y se contabilizaban ya en miles, acercándose a los
pueblos adyacentes al nuestro. La única noticia positiva era, que
según los últimos análisis realizados en el Hospital General de
Atlanta sobre muestras del aire, revelaban que el virus mutado a
raíz del contacto y absorción de unos unos agentes infecciosos con
otros, estaba muriendo, se calculaba que en menos de hora no quedasen
virus activos, ahora mismo solo se hallaban concentrados en la zona
de la catástrofe.
Comenzamos
a escuchar infinidad de disparos que parecían sonar en distintas
partes del barrio. El hombre que me había salvado de nombre Román,
me escondió en el aseo dentro de la bañera junto a mi pequeño
Yoel, que reía divertido ajeno a lo que estaba pasando fuera.
Asustada
abrazaba fuertemente a mi hermanito. En poco rato Román entró y
entusiasmado me contó lo que parecía una buena noticia:
- Militares del ejercito de los Estados Unidos están por todas partes pequeña, disparando en la cabeza a los infectados, se que te parecerá una dura decisión pero es lo mejor que pueden hacer por ellos y por nosotros.
Estrechando a mi hermano en mis brazos, comencé a llorar de nuevo,
nunca más vería a papá y a mamá, eramos muy pequeños todavía y
los necesitábamos como el aire para respirar, que sería ahora de
nosotros, casi hubiese preferido que nos hubiesen infectado a
nosotros también...
Román
pasó noche con nosotros en casa, cuidándonos y mimándonos,
ayudándome a asimilar la triste pérdida. Además aún no había
permiso de las autoridades para abandonar los domicilios y escondites.
Por
la mañana las noticias eran más esperanzadoras, se nos permitía
salir a la calle, puesto que después de varios análisis minuciosos
ya no habían hallado el virus en ninguna de las muestras. Aún así,
toda la zona nos hallábamos en cuarentena por algún imprevisto que
pudiese surgir. Román se quedaría durante este proceso con
nosotros, al fin y al cabo tampoco podía salir de Atlanta.
Pasado
el tiempo, sin que nada revelase que el virus pudiese hallarse en
estado aletargado en algún lugar, levantaron la cuarentena.
Cuando
llegaron mis tíos a recogernos y tuve que despedirme de Román,
sentí mucha pena, se había portado como un padre con nosotros y lo
iba a echar mucho de menos. Me abracé a él pidiéndole que me
prometiese que nos volveríamos a ver, a lo que él besándome
cariñosamente lo hizo, y yo sabía que lo cumpliría.
Una
nueva vida comenzaba para nosotros, lejos de toda esta tragedia, nos
trasladábamos a vivir a Florida con mis tíos, sabía que tendríamos
una buena vida, ya que ellos no podían tener esos hijos que tanto
deseaban y ahora nosotros supliríamos.
Me ha encantado que te hayas acordado de mi para esta entrada. Me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarMamba Negra
Ya haré algo mejor de zombis, los relatos no dan mucho juego para una buena historia con un argumento mejor. Haré algo más largo y mas detallado. Un beso grande.
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