Mi
vida transcurría perfecta, una pareja que hacía las delicias de mi
vida, me mimaba y complacía todos mis caprichos, haciéndome sentir
alguien especial. Se mostraba siempre pendiente de mí y era muy
cariñoso, lo que hacía de nosotros una bonita pareja muy unida.
Había
conseguido el trabajo que siempre había soñado, era la directora
ejecutiva de una importante empresa de comunicación. El ascenso
había sido duro, muchas horas de trabajo a la espalda me habían
abierto el camino hacia él. Pablo también era una persona
reconocida en lo suyo, era uno de los mejores médicos forenses del
país y actualmente se hallaba trabajando para la policía en el
grupo de homicidios. Nuestra buena situación económica nos había
permitido comprar una preciosa casa en las afueras, con unas vistas
espectaculares hacia el mar.
La
noche en la que tuve ese sueño profético me costó rendirme a
Morfeo, y cuando lo hice entraba y salía de ensoñaciones sin
sentido que me mantenían inquieta, hasta que hallé el punto de
relajación y comenzó la pesadilla.
En
ella, veía a mi mejor amiga Paula, que al salir del trabajo por la
tarde, sufría un terrible accidente en la autopista perdiendo su
vida en él. Me desperté con una terrible sensación dentro de mí,
me sentía angustiada y no pude menos que llamar a mi amiga y quedar
con ella para charlar un rato; hacía días que no nos veíamos, así
que fue fácil concertar esa cita. No le iba a hablar del terrible
sueño, simplemente quería estar con ella y asegurarme que llegaba
sana y salva a su casa. Con toda probabilidad la pesadilla no era más
que eso, pero necesitaba quitarme esa desazón que tenía dentro de
mí y solo lo conseguiría quedando con ella.
Después
de dejarla en casa al anochecer me sentí mejor, pero si la otra
noche había sido tortuosa, esta no se quedó atrás...
Acababa
de entrar en un plácido sueño cuando sentí una voz que me llamaba,
pensé que era Pablo, pero él dormía tranquilamente. Entonces se me
ocurrió que había sido parte de un sueño, sin embargo volví a
escuchar esa voz -¡ahora estaba despierta! ¿quién me llamaba?-. Me
senté en la cama y gracias a la luz que entraba por la ventana
descubrí una figura que estaba a la entrada de nuestro cuarto y que
se aproximaba con paso lento hacia mí.
Quise
gritar aterrorizada, pero la voz no salía de mi garganta, mi corazón
comenzó a latir descontrolado y un sudor frío recorría mi cuerpo.
Toqué a Pablo con ánimo de despertarlo pero no lo conseguía, lo
zarandeé con fuerza pronunciando su nombre sin resultado. Mientras
el ser ya estaba a mi lado...
Con
voz tenebrosa mientras yo lo observaba muerta de miedo, se dirigió a
mí:
- María, me has retado y he venido a responder a ese reto...
- ¿Yo? ¡No! ¿cómo iba a poder retarte si ni siquiera se quién eres? -contesté asustada.-
- ¡Soy el bien y el mal! ¡contengo la esencia de la vida que arranco a cada uno! ¡soy la inmortalidad! y me llaman ¡la muerte!
- ¡Dios mío! Debía de estar teniendo otra terrible pesadilla, esto no podía ser cierto, la misma muerte venía a buscarme... -pensé atormentada-.
- Estás equivocada María, no es tu hora, por lo menos no por ahora, pero me has arrebatado el alma de Paula, has evitado su muerte y ¡quiero algo a cambio! -gritó-.
- Yo... no sabía... -las palabras no salían de mi boca, un terror inhumano me poseía y pensé que me iba a desmayar-.
- Tienes el deber de encontrarme una nueva alma que sustituya la de tu amiga y te doy el plazo de una semana para que elijas, de no ser así, me llevaré tu alma. El próximo martes a esta misma hora volveré a escuchar tu decisión...
Me
quedé un rato sentada en la cama, intentando adivinar si todo había
sido real o no era más que un horroroso sueño. Me acomodé cerca de
Pablo e intenté dormir, cosa que no conseguí. Cuando sonó el
despertador a las siete de la mañana, seguía despierta e
intranquila.
- ¡Tienes un aspecto horrible! -me dijo Pablo al levantarse- ¿No has dormido bien cariño?
- No, la verdad es que no... he vuelto a tener pesadillas -le dije-.
- Pareces una niña pequeña María, ¿vas a permitir que unos sueños te sugestionen? Eso es una tontería -me riñó con toda la razón-.
Pasaron
los días y la terrible visión de la otra noche no salía de mi
cabeza. Estaba distraída y ausente en todo, no dejaba de darle
vueltas al tema, ¿y si todo fuese real? No podía escoger a nadie,
ni tan siquiera a un desconocido, ¿quién era yo para elegir la
muerte de alguien? Claro que también había decidido que mi amiga
viviese, pero eso era distinto... Me estaba volviendo loca y aunque
había pensado pedir unos días libres en el trabajo, no me parecía
una buena solución, por lo menos allí estaba más distraída y esos
pensamientos prácticamente volaban de mi mente durante la jornada
laboral.
Y
llegó el temido día, sabría entonces si todo había sido real o
no. No había podido pensar en nadie para entregar a ese ente, si
finalmente era cierto, yo ocuparía el lugar de mi amiga.
No
conseguí dormir nada, la ansiedad atenazaba mi cuerpo dejándolo en
tensión total. Pablo dormía ajeno a lo que se aproximaba cuando lo
sentí de nuevo.
- ¡Hola María! Vengo a buscar lo que me pertenece... ¿Cuál ha sido tu elección?
- Yo... no he podido... -tartamudeé asustada-.
- ¿No has sido capaz de encontrar un sustituto? ¿Sabes lo que ocurrirá entonces? -habló enfadado-.
- Si, lo se -contesté ahora con total seguridad-.
- Eres muy valiente muchacha, otro en tu lugar habría elegido al vagabundo de la esquina por ejemplo, no te pedí que fuese alguien conocido para ti.
- Lo sé, pero no puedo sacrificar la vida de nadie por mi.
- ¡Pero has sacrificado la tuya por tu amiga! -respondió-.
- Si, y me enorgullezco de ello -contesté-.
- Así sea -dijo él-.
Acercó
su manos hacia mí, y sentí un vacío interior tan grande que tenía
la sensación de que me estaban sorbiendo las entrañas. Fue doloroso
en su inicio y placentero al final, algo difícil de explicar.
De
repente estábamos en un espacio transparente y brillante en el que
no se apreciaba nada, solos los dos flotando como por arte de magia.
Ahora él ya no tenía ese aspecto terrorífico, era un ángel
atractivo con una dulce mirada.
- Has sido muy valiente María, eso te honra y mereces una recompensa. Tu entrada en el paraíso ya está garantizada. Allí te reunirás con tus seres queridos que te han faltado en la vida terrenal y gozarás de una inmortalidad feliz y llena de dicha.
- ¿Y qué será de Pablo? -pregunté preocupada por él-.
- Pablo te amaba sinceramente y el superar tu muerte será un duro trago para él, así que se refugiará en los brazos de tu amiga Paula, tratando de encontrar en ella un poco de tu esencia. Su vida no será feliz hasta que se reúna contigo. Pero el tiempo aquí pasa enseguida, cuando te des cuenta disfrutarás de todo ésto junto a él.
Dándome
un beso en la mejilla, se despidió de mi, señalándome el camino
hacia el que debería dirigirme. Me sentía radiante y llena de paz.
Guié mis pasos hacia donde él me había señalado intuyendo que la
vida de verdad iba a comenzar ahora...
Me encantan tus relatos, me estoi aficionando a leerlos.
ResponderEliminarEso me encantaaaaaaaaaaaaa, muchas gracias :D :)
ResponderEliminar