jueves, 10 de octubre de 2013

"ENTRE TRINCHERAS"

Me hallaba en medio de un fuego cruzado, agazapado en la trinchera. No tenía salida más que esperar a que mis compañeros avanzaran lo suficiente como para sacarme de aquel agujero.

Pero no estaba siendo así, los que se adelantaban peligrosamente hacia mí, eran nuestros enemigos. Nos habíamos visto envueltos en una emboscada, en la que yo no había salido bien parado al ser incapaz de escapar; al ir de valiente por querer cubrir a mis amigos de lucha, había tejido para mi una tela de araña que me había atrapado.

La única salida de aquel foso en este momento no era recomendable, hacia la izquierda distinguí una zona libre de lucha, pero se trataba de una zona minada en la que de seguro caería muerto y en el mejor de los casos, gravemente herido. Descartada la idea me quedé esperando, los míos estaban todavía muy retrasados y a los otros ya los comenzaba a ver entre los árboles que tenía delante.

¿Dónde estaban los refuerzos que habíamos pedido? Nos dejaron solos en medio de aquella locura atroz... ¡El apoyo aéreo debería haber llegado ya...!

Desde que estaba en el frente me había preguntado un ciento de veces por qué me había alistado, -ahora no le encontraba sentido-, en su momento me había parecido un oficio interesante, eso de servir a la patria iba mucho conmigo. Me veía un gran futuro y ahora todo lo veía negro. No es fácil matar aunque sean del otro bando, son seres humanos y será por la cantidad de compañeros que he visto caer, que todo parecía ser de otra manera, y me preguntaba si valía la pena dar nuestra sangre por un país que en ocasiones no sabía cuidar de nosotros y no cubría en muchos casos las necesidades mínimas de muchas familias.

Poco antes de incorporarme había surgido algo muy especial entre Lía mi amiga de toda la vida y yo. Tantos años juntos compartiendo nuestros mejores años y tantos momentos alegres y tristes, sin darnos cuenta de que estábamos hechos el uno para el otro... Ahora estábamos juntos, con la firme promesa de que a mi regreso nos casaríamos. Su foto, con su bello rostro me acompañaba en todos los momentos, verla me aportaba el ánimo que me obligaba a ser fuerte y a seguir luchando. La saqué una vez más de mi bolsillo y la observé con amor deseando poder estrecharla en mis brazos muy pronto.

Ya no imaginaba mi vida sin ella y la echaba mucho de menos, más en este momento de incertidumbre en el que mi futuro resultaba incierto. Me había quedado sin munición y los contrarios se acercaban peligrosamente.

Entonces sin saber como ocurrió, Jason y Marc saltaron a la trinchera, me traían munición y mientras yo cargaba mi fusil los llamé imprudentes por lo que habían hecho. Ellos, mis buenos amigos me dijeron que no podían dejarme allí solo, siempre los había protegido y ahora había llegado la hora de corresponderme.

Comenzamos a disparar mientras delante iban cayendo muertos, el resto de los nuestros desde atrás nos acompañaban en un cruce sangriento de munición que silbaba en nuestros oídos.

Jason cayó herido, me acerqué a él, pero no había sido más que un roce en el hombro, lo que no le dificultó para seguir con su metralleta disparando sin control. Era una caos, ya no mirábamos ni hacia donde disparábamos, cargando las armas y volviendo a apuntar hacia una noche llena de obstáculos humanos.

En medio de aquella confusión, por fin escuchamos lo aviones que nos venían a asistir, comenzando a descargar disparos sobre nuestros enemigos haciéndolos caer ipso facto. Mis compañeros consiguieron llegar a la trinchera apoyando nuestra oleada de fogonazos. En un momento todo había acabado, con dos bajas y Jason herido por nuestra parte.

Después de esto, nos mandaron para casa, la carga psicológica pesaba mucho, y el que más y el que menos estaba tocado. No son tan graves las heridas físicas como las mentales, y superarlo nos llevaría tiempo.

A mi regreso mi preciosa Lía me estaba esperando en la estación, fundiéndonos en un enternecedor abrazo del que no conseguíamos separarnos, le prometí que ya no volvería al frente, antes de marchar había cursado mi baja ante el comandante, y esperaba que no hubiese problema en aceptar mi renuncia, sobre todo después de lo que habíamos pasado.

El futuro parecía que se presentaba prometedor, cuando regresando los dos a casa, un infortunado accidente nos arrancaba la vida. Me sentía un superviviente después de tanto tiempo de combate, y ahora esta vida absurda me privaba de un futuro feliz junto a Lía de la forma más tonta. El camión que teníamos delante iba cargado de troncos de madera, con toda seguridad iba al aserradero que se hallaba muy cerca, cuando en medio de una conversación alegre, vimos como se soltaba toda la carga del mismo, impactando rápidamente contra nosotros. No me dio tiempo a reaccionar, y agarrando la mano de mi amada todo se volvió oscuridad...




No hay comentarios:

Publicar un comentario