domingo, 22 de septiembre de 2013

“CELOS MORTALES”

Llevaba ya varios días sufriendo de terribles pesadilla y visiones en las que horribles monstruos levitaban encima de su cama, manos tenebrosas acariciaban su cuerpo y luces intensas e intermitentes iluminaban su habitación, manteniendo a sus padres en vela.

La niña alegre y divertida se tornó ausente e introvertida, caminando como un alma en pena sin ilusión. Sus ojos un día brillantes y llenos de vida, reflejaban ahora una luz opaca de mutismo ante la vida; su pelo antes esplendoroso lucía ahora apagado y sin forma. Se había vuelta silenciosa y la sonrisa que antes iluminaba siempre su cara ya no existía. Temía dormir, le causaba pavor el que llegase la noche.

Nuria tenía doce años y siempre había sido una niña especial por la cantidad de cualidades que poseía. Era la debilidad de sus padres siempre obediente y cariñosa, lo que en ocasiones a su hermano Marcos, un poco mayor que ella, le hacía sentir excluido dibujando en su cara una expresión de desagrado hacia su hermana, aunque nadie pareció darse cuenta.

Buena estudiante y predilecta además de sus profesores, no había hecho en ella una muchacha presuntuoso ni egoísta, tal era así, que gozaba de la adoración de todos sus compañeros por su bondad incondicional.

La llevaron a varios psicólogos y psiquiatras sin que ninguno fuese capaz de determinar el mal de la preciosa joven. El día que sufrió una crisis en el colegio, la primera durante el día, una ambulancia la recogió para llevarla al hospital. Una vez allí, le hicieron distintas pruebas sin que ninguna pudiese diagnosticar enfermedad ninguna, hasta que llegó el resultado de los análisis. Habían encontrado en su sangre una sustancia desconocida pendiente de estudio, así pues, dado que no lo sabrían hasta dentro de unas horas, la subieron a planta dejándola ingresada para controlarla.

En la habitación comenzó de nuevo con visiones, bichos enormes y atroces, paseaban por la habitación... Gritando histérica se encogió en su cama, ni los abrazos cariñosos de sus padres parecían relajarla. Finalmente tuvieron que sedarla para que pudiese descansar tranquila apartada de sus delirios. Ya no era sólo dormida, ahora también despierta parecía atormentada por horribles alucinaciones.

Al cabo de unas horas llegó el médico con los resultados del estudio, lo que les explicó los sobrecogió dolorosamente. La pequeña había sido envenenada con alguna seta alucinógena en una cantidad letal, era un milagro que no la hubiese matado, con urgencia le harían otro tipo de pruebas para comprobar el estado de sus órganos, ya que con toda probabilidad estarían dañados, había que saber el alcance.

El hospital abrió un informe de lesiones y dio parte a la policía. Ahora comenzaba una investigación. Nadie se explicaba este desenlace dado el carácter abierto y jovial que poseía la niña, no tenía enemigos todo lo contrario, era muy querida por todo el mundo. ¿Quién podría odiarla tanto como para intentar acabar con su vida? ¿Quizá alguna amiga que la envidiaba por su popularidad?

El resultado de las primeras pruebas no era muy halagüeño, su corazón no funcionaba bien, el ritmo cardíaco era inestable y lento, su hígado había tratado de filtrar la toxina resultando dañado, y sus riñones en esto momento se hallaban paralizados, inutilizables. Deberían pasarla a diálisis inmediatamente. Esperaban que la medicación que se le estaba suministrando para contrarrestar los efectos del alucinógeno surtiese efecto, a corto plazo debería verse una mejoría, de no ser así, la vida de la niña se hallaría en serio peligro, no habría esperanza.

La policía comenzó la investigación por intento de homicidio, tomando declaración a todo el entorno de Nuria: profesores, amigos, familiares, vecinos... nada hacía entrever que alguien la quisiera dañar, era querida y admirada por todos. No tenían sospecha posible...

Pasadas unas horas, la medicación no parecía surtir efecto positivo, sus pulmones perdieron la capacidad de ventilar debido seguramente al fallo cardíaco, por lo que tuvieron que entubarla. Sus padres y su hermano se hallaban en la habitación, abrazados los tres en torno a la cama de la linda muchachita.

Marcos comenzó a llorar afligido. Su madre lo abrazó cariñosamente, intentando aportarle un poco de seguridad, diciéndole que su hermana saldría de esa y que encontrarían al desgraciado que la había lastimado.

Miró a su madre observando el dolor que la invadía, y sintió la culpabilidad tan dentro de él que pensó que se palparía en el ambiente. Y pensó en todo lo que había hecho, como había comprado a un muchacho conflictivo del instituto unos polvos alucinógenos, que con cuidado y meticulosidad iba vaciando en la leche de su hermana, en los zumos, en cualquier cosa que tuviese al alcance... Se sentía mal, su hermana siempre se había portado bien con él. Simplemente por ser especial y un ser único no tenía derecho a matarla, además es que realmente no era culpa de ella, debería sentirse orgulloso de tener una hermana tan mágica.

Y prometió que si salía de esta, la cuidaría y protegería toda su vida. Se arrepentía sinceramente y no lograba entender como había podido llegar a hacer eso. No quería que nadie lo supiese y que llegasen a pensar que era un ser diabólico y malvado. Sabía que no estaba bien, pero no quería perder a su familia...

A las pocas horas, Nuria comenzó a responder a la medicación. Al día siguiente le sacaron la respiración asistida y su corazón comenzó a recuperar su ritmo normal. Sus riñones iban poco a poco y durante un tiempo debería asistir a sesiones de diálisis, pero después de todo lo que había pasado, ese era un mal menor.


Cuando le dieron el alta y fueron a recogerla, su hermano en cuanto la vio de pie después de vestirse, tan bella y dulce como siempre había sido, la abrazó con mucha ternura y amor, y se ratificó en su promesa...

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