El
país se hallaba sumido en una bancarrota total, la crisis era ya tan
profunda que la gente sintiéndose impotente se había levantado,
primero en concentraciones pacíficas y desesperadas, lo que ante la
pasividad de los gobernantes, se convirtieron en grandes
enfrentamientos violentos, llenos de víctimas inocentes por los dos
bandos, dado que por parte del gobierno los que daban la cara no eran
los culpables.
Coches
y entidades ardiendo, muertos por doquier... El panorama era triste y
desolador, el tiempo parecía haber retrocedido siglos atrás. ¿Dónde
había quedado la esencia humana y el progreso?
Ahora
las ciudades se hallaban devastadas, saqueos y robos habían crecido
ante la necesidad de muchos para poder sobrevivir; dar de comer a sus
hijos era la prioridad.
Grandes
organismos habían quedado desvalijados después de las últimas
reyertas, hallándose ahora vacíos de vida... Sus responsables en
pocos casos habían resultado asesinados y la gran mayoría habían
huido a otros países que los habían acogido más por miedo que por
deshonra.
El
bienestar del país se les había ido de las manos y las autoridades
de seguridad habían optado por unirse al pueblo. Solo el ejercito
que también defendía la causa trataba de equilibrar el ánimo de la
gente tratando de aportar seguridad y tranquilidad.
La
recuperación se hallaba próxima. Países de La Unión estaban en la
labor y el pueblo buscando un representante lo encontraron en él. El
Alcalde de un pequeño pueblo de las afueras de la capital, un hombre
serio, solidario y tenaz se haría cargo del maltrecho país.
Con
las ayudas que fueron llegando del extranjero, se inició el
crecimiento. Fábricas y empresas comenzaron a funcionar surgiendo
puestos de trabajo de distinta índole y con la afluencia de dinero
que empezó a rodar, el ánimo de la gente fue mejorando, descubriendo
que tenían una nueva oportunidad para recuperar su futuro y sobre
todo, el de sus hijos.
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