Es
increíble como la vida en ocasiones, no deja de hacernos la
zancadilla para que vayamos cayendo cada pocos metros sin ser capaces
de estar en pie el suficiente tiempo como para cambiar de destino.
El
día que perdí mi puesto de trabajo todo pareció desencadenarse,
ahí comenzó mi declive y mi ruina. A partir de ese día comencé a
sentir como si mi vida, no me perteneciera...
Comencé
a estar más tiempo en casa, a pesar de haber entregado curriculums
en infinidad de sitios, nadie parecía estar interesado en contratar
a un hombre de cuarenta años. Sandy y yo comenzamos a discutir, algo
que no era habitual en nosotros, supongo que entre la falta de dinero
y el convivir más tiempo juntos nos estaba dañando.
Lo
más doloroso que puede pasar a unos padres, nos pasó a nosotros. La
pequeña Emma contrajo una meningitis que nos la llevó en tres días,
dejándonos sumidos en una tristeza y un desanimo del que pensamos
que no saldríamos jamás. Pero teníamos otro hijo por el que luchar
y tirar hacia delante. Sin embargo este hecho tan fatídico terminó
por romper nuestro matrimonio. Sandy ya no me quería en casa y me
pidió que la abandonase.
En
el hogar de mis padres todo eran reproches, me consideraban culpable
por no haber sido capaz de encontrar trabajo y mantener a mi familia
a salvo. Lo cual me llevó a ser asiduo en locales de copas,
refugiando mi pena en el alcohol. Cada noche llegaba a rastras sin
apenas mantenerme en pie, lo cual empeoraba la situación con ellos.
Una
noche con una borrachera del quince, me metí en una pelea, habían
molestado a una chica, y dos hombres estaban luchando a puñetazo
limpio. Rompí una botella y me acerqué separando al coro que los
rodeaba. Dirigí el trozo de cristal hacia el primero que encontré,
aún me pregunto hoy en día por qué lo hice, causándole una grave
lesión en el hígado.
Me
juzgaron y me condenaron a dos años y un día de prisión por
intento de homicidio. Ese tiempo allí me hizo pensar mucho, ¿dónde
estaba el hombre familiar de antaño? ¿qué clase de vida me estaba
labrando? Aún tenía a mi hijo y estaba arruinando mi vida. Debería
encauzarla en cuanto me concedieran la libertad.
Cuando
salí de allí, me encontré muy solo. Mis padres renegaban de mí,
mis amigos ya no estaban, a mis llamadas de teléfono solo encontraba
absurdas disculpas y nunca estaban en disposición de quedar conmigo,
entendiendo el mensaje borre sus teléfonos. Y lo más triste, mi
hijo ya no quería estar conmigo, tenía doce años y al parecer la
edad suficiente para decidir, me temía y decía no conocerme, así
que el juez aceptando la decisión del pequeño se lo concedió.
Ya
no tenía a nadie, ni familia, ni amigos, ni trabajo. Poco me
importaba coger una enfermedad y morir, quizás sería lo mejor. Y
como si lo hubiese profetizado se cumplió. Una enfermedad
degenerativa me arrastró a una vida de dolores e inquietud que no
soportaba. ¿Para que alargar algo que ya sabía cual iba a ser el
desenlace?
Un
efecto mariposa entró en mi vida aquel fatídico día en el que
perdí mi puesto de trabajo, si pudiese volver atrás y cambiar algo,
seguramente todo sería muy distinto, pero eso solo ocurre en las
películas, así que adelantándome a lo que la vida me tenía
preparado, tomé la decisión.
Volvía
a casa del hospital, había tenido consulta en la unidad del dolor.
Completamente seguro con la decisión bien meditada lo haría. Al
llegar a casa me suicidaría colgándome en el desván. Muerte rápida
y limpia.
Pero
la vida aún me tenía una última sorpresa. Estaba muy cerca de mi
casa cuando todo ocurrió. Un coche al que habían fallado los
frenos, totalmente descontrolado se vino encima de mi sin que pudiera
hacer nada por evitarlo. En un instante pensé que al final todo
sería más rápido de lo que había previsto.
No
fue así, el accidente me dejó postrado en una cama el resto de mi
vida, me había dejado parapléjico hasta el cuello, lo que me
dificultaba también el habla. Solo, encamado y con fuertes dolores
me rendí, en un triste y pobre hospital que mis padres podían
costear, deseando la visita de la muerte lo antes posible...
Ana, me lo he leído dos veces y reflexionado, me parece por muy tortuoso que sea la historia un canto absoluto a LA LUCHA, A NO DEJARSE VENCER, A LA MEDITACION que te encamine a que todo cambie, comenzando por uno mismo, y dejando de echar la culpa a un acontecimiento que sucede en tu vida. TU, eres el UNICO que tiene que dejar atrás ese pensamiento y agarrarte con todas tus fuerzas al cambio.
ResponderEliminarMi enhorabuena, de corazón
Besos muchos ♥♥♥
Estoy completamente de acuerdo contigo, solo espero que este relato te haya hecho sentir la tortura y la amargura que sentía ese hombre, de eso se trata. Yo no dejo que la vida me venza, y ninguno debería hacerlo, pero hay casos y casos, no todos somos iguales, y ahí está la esencia del ser humano.
ResponderEliminarBesos grandes amiga <3 <3 <3