viernes, 13 de septiembre de 2013

"LA NOCHE DEL NACIMIENTO"

El limpiaparabrisas no daba abasto a sacar el agua acumulada en el cristal, era una noche especialmente lluviosa y fría. Regresaba de una reunión de negocios en la ciudad y se hallaba agotado por eso había cogido una ruta alternativa llena de curvas y solitaria, pero mucho más corta para llegar a casa.

Como imaginaba, dada la hora que era y el mal tiempo, al adentrarse en esta carretera secundaria en zona boscosa, se encontró solo, por haber ni tan siquiera una triste farola que iluminase un poco la carretera.

Acordó enviar un mensaje a través del móvil a un amigo, con la idea de quedar a su llegada para tomar una cerveza, necesitaba desconectar un rato antes de ir a casa a dormir.

Distraído con el móvil, al salir de una curva no reparó en un peatón que iba en el mismo sentido de la marcha que él por el arcén del lado izquierdo, ni pareció notar que el coche se desviaba de su trayectoria dirigiéndose hacia la persona que iba caminando.

Cuando se dió cuenta, ya lo tenía delante y nada pudo hacer para evitar el atropello. Bajó del coche apresurado y temeroso, se acercó al herido, deseaba que su mente le hubiese jugado una mala pasada y no fuese más que algún animal. Pero no... Era un hombre de unos sesenta años y para su desesperación, estaba muerto.

¿Qué podría hacer ahora? ¡No quería ir a la cárcel! Y no lo dudó...

Adentró su coche entre la espesa vegetación, en una zona más o menos llana. Lo dejó aparcado entre unos árboles cubriéndolo un poco con algo de maleza. Si algún coche pasaba por allí, no sería visible.

Avanzó con el cuerpo en sus brazos a través del oscuro y tupido bosque. El muerto pesaba terriblemente, se hallaba desfallecido. Llevaba bastante rato caminando, cuando descubrió un agujero, seguramente hecho por algún animal, eso le serviría, pero necesitaba agrandarlo un poco más... Recordó un pequeño cubo que llevaba siempre en el maletero de su utilitario, que usaba para almacenar productos de limpieza para su coche.

Ayudado con el cubo, consiguió engrandecer lo suficiente el hoyo como para poder introducir el cuerpo sin vida. Y ahí lo dejó enterrado.

Pasó un año sin que nada se supiese, nadie había denunciado la desaparición de un ser querido o amigo, con tal descripción, ni tampoco se había descubierto nada extraño en aquel bosque. Era algo que vivía con él, pero extrañamente no lo atormentaba.

Una noche similar a aquella, con muchísima humedad pero más tibia, se hallaba circulando por una carretera similar a la que había marcado su vida.

A lo lejos le pareció vislumbrar a una persona, y algo se forjó en su cabeza. Irremediablemente enfiló su coche hacia ella, esta vez era una joven que parecía estar haciendo footing, y la atropelló mortalmente, volviendo a revivir el episodio pasado.

Y se sintió bien. Ahora sabía lo que tenía que hacer, era algo que le hacía sentir pletórico y entusiasmado, se sentía importante, “con poder”... el poder de la vida y la muerte recaía sobre él, y eso lo complacía de manera colosal.



Había nacido un nuevo hombre, despertó en él “un asesino”...

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