“Ha
sido cosa del destino”, escucho por un lado y por el otro. Y yo me
pregunto ¿existe el destino? ¿Tengo que creer en una supuesta
fuerza invisible y desconocida que va a determinar lo que ha de
ocurrir? ¿Se encamina una persona de manera inevitable hacia una
situación como consecuencia de un encadenamiento de sucesos?
Cada
uno de nosotros recibimos lo que buscamos, ni más ni menos, si yo me
uno a una pandilla de “malotes”, irremediablemente yo también
seré “malota”, pero no ha sido el destino, ha sido mi elección.
Si
he decidido estudiar dirección de empresas, casarme y tener un
número determinado de hijos, he sido yo la que ha escogido ese
camino, y en mí está el que desarrolle mi trabajo, el ser capaz de
mantener mi matrimonio con todos los problemas que trae la vida (no
el destino) y el llevar a mis hijos por el camino correcto, yo
marcaré sin duda su futuro, yo soy la que puedo orientar hacia donde
deben encaminar su vida.
Y
si pensamos en niños que padecen enfermedades terribles, que son
víctimas de abusos de muchas clases y que sufren accidentes
irremediables, yo creo que no es el destino, es la vida en sí que
está llena de circunstancias injustas.
Como
conclusión, destino es la finalidad que se da a una cosa o un lugar
hacia el que nos dirigimos, lo demás es pura elección de vida. Lo
único cierto es que la muerte es el destino final.
Coincido totalmente que todos vamos a un destino final, en medio de esto podemos tomar desiciones que lo cambien.
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