Lo
amaba con todas sus fuerzas, tanto, que hasta le dolía, pero su amor
era imposible, jamás se haría realidad. Lo que no había encontrado
en vida, ahora convertida en un “ángel guardián”, el amor había
llenado su alma inmortal, llenándola de fuertes sentimientos
desconocidos por ella hasta ahora.
No
podía permitir que nadie se enterase o le cambiarían de protegido,
se resignaba a estar cerca de él absorbiendo su esencia y llenándose
de ella, mejor eso que nada...
Llegar
a él había sido algo casual, había gozado de buena vida, ayudando
siempre a los demás, jamás había dañado a nadie incluso en
ocasiones causándole un prejuicio a ella misma. Por eso tras su
muerte precoz con tan solo veintiún años, la habían premiado con
el honor de ser un “ángel guardián”. Debería cuidar, vigilar y
aconsejar mentalmente a su protegido hasta el día de su muerte. Su
guardián anterior había ascendido a “ángel celestial”, por lo
que había quedado una vacante libre para acompañar la vida de Rubén
y había sido para ella.
La
verdad es que eran muy parecidos, siempre se mostraba preocupado por los demás, atento y cariñoso con su familia y amigos, y como ella
jamás había encontrado el amor. Se estaba involucrando demasiado en
la vida de él, llegando a afectarle los malos momentos que en alguna
ocasión se le presentaron en su vida y rabiando de celos cada vez
que conocía una nueva chica.
Sabía
que no estaba bien, no debería tener esos sentimientos hacia él,
pero no podía evitarlo, era algo mucho más fuerte que la voluntad
de ella. Lo correcto hubiese sido decirlo, pero sabía que si lo
hacía la apartarían de Rubén, y eso era algo que ella no podría
soportar.
Cuando
él dormía, se sentaba a su lado observando su cuerpo y
acariciándolo con mucho amor; una de esas noches, él, sintiendo
algo, despertó y busco en la oscuridad intentando adivinar algo.
Después, se quedó despierto un buen rato pensando, y ella
adentrándose en su mente, descubrió que hacía pocos días que la
sentía, intuía que algo bueno y bello acompañaba sus días y sus
noches, llegando a respirar su aroma, dulce olor a flores y a aire
puro de las montañas, y percibió su melancolía, deseoso de hacer
realidad unas fantasías en las que participaba ella, lo cual la
complacía haciéndola sentir muy feliz, ya que el amor que sentía
parecía ser sinceramente compartido.
Pero
todo se supo ¿Cómo podía pensar que podría mantener oculta su
bella historia de amor? Y la castigaron por no haber dado la voz de
alarma en cuanto comenzó a tener sentimientos hacia él. La
rebajaron arrebatándole la oportunidad de volver a verlo, de
sentirlo, de amarlo en silencio... Ahora sería lo que todos
despreciaban y a ninguno complacía, un “ángel de la muerte”.
Sus
días transcurrían con mucha pena en su interior, no podía concebir
pasar la inmortalidad con tanto dolor. Dolor que se cruzaba
continuamente en su camino cada vez que debía ir a recoger un alma
para acompañarla ante el “ángel supremo” para que valorando su
vida, le encomendase una misión o le abriese la puerta que llevaba
al paraíso, pocos disfrutaban de ese placer sin más, antes de
acceder allí deberían cumplir con algún deber para ganarse la
entrada a la felicidad plena.
Sin
duda, cargar con su dolor pesaba mucho, pero sumado el ajeno, era más
de lo que podía aguantar, ¿hasta cuándo ese castigo? Lo echaba de
menos, ansiaba estar en su compañía y sentía que la muerte había
sido muy injusta con ella, había sido buena persona, actuando
siempre por el bien del prójimo, ¡no merecía una eternidad así! La
perfección en su vida hubiera sido el conocerlo a él, pero el
haberlo hecho en la muerte, era una tortura...
Un
día la luz negra que la guiaba siempre en busca de las almas
encomendadas, la llevó hacia Rubén, no se lo podía creer, una
terrible enfermedad se había cebado con él en pocos meses, y cuando
lo vio no creyó conocerlo, estaba muy delgado, con sus preciosos
ojos hundidos y tan desesperanzado que sintió ganas de poder
abrazarlo para poder susurrarle al oído que no se preocupase, que
todo ahora iría bien, el dolor desaparecería dejando en su lugar
una paz y una felicidad infinita que recorrería cada centímetro de su
cuerpo.
El
la sintió una vez más, y mirando hacia el vacío, sonrió mientras
ella elevando sus manos arrastro su hermosa alma. Juntos hicieron el
camino hacia su destino sin dejar de mirarse encandilados, pero sin
emitir una sola palabra.
Una
vez ante el “ángel supremo”, no la dejó marchar, expresando que
tenía que hablar con los dos. Sabía cuanto dolor la había
embargado todo aquel tiempo, añorando al joven que tenía a su lado,
los dos habían sido bellas personas y eso merecía una recompensa,
eran almas gemelas y su destino sería el estar juntos y no iba a ser
él el que pusiese trabas para ello. Así que dictaminó que Rubén
durante un corto período de tiempo ocuparía su sitio como “ángel
de la muerte”, y a ella se le abrirían las puertas del paraíso
donde esperaría la llegada de él.
Dicho
esto se marchó, permitiendo un breve instante para que la pareja pudiera despedirse. Mirándose a los ojos se dijeron todo sin necesidad de
palabras, abrazándose con ternura en una despedida que sabían que
sería de corta duración, después de la cual les esperaba la
felicidad plena, y para siempre juntos.
Después de todo la muerte resultó mucho mejor que su corta vida en la tierra, les esperaba un futuro dichoso.
Me encantó, Anuska es bellisimo y muy original, dulce cuento para irse a dormir con paz en el alma.
ResponderEliminarBesos muchos ♥♥♥
Te voy a recomendar a un buen amigo, si no te importa.
Muchas gracias por tus palabras, y encantada de que me recomiendes. Grandes besos!!!
ResponderEliminarDistinto, me ha gustado. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, me alegra que te guste, intento inmiscuirme en distintos estilos, para que los que me seguís no se os haga aburrido ni monótono. Un abrazo.
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