Siempre
había gozado de una capacidad intuitiva asombrosa, permitiéndome
acertar en mis decisiones, a lo cual nunca había dado más
importancia que la propia casualidad.
Cuando
cumplí los veinte años falleció mi abuela paterna, sumiéndome en
una gran tristeza. Estaba muy unida a ella, refugiándome en sus
faldas en multitud de ocasiones cuando era muy pequeña y mis padres
me castigaban o me prohibían hacer algo, ya de adolescente fue mi
gran confidente y consejera; dejándome llevar por sus consejos y mi
gran intuición todo era relativamente fácil.
Pasados
dos meses, mi madre y yo nos acercamos hasta la casa de la abuela,
con el ánimo de recoger las pertenencias que no quisiéramos
conservar, y el resto, puesto que iban a hacer un rastrillo en el
barrio para poder ayudar a una familia que estaba pasando un mal
momento, lo embalaríamos con destino a tan buena acción, a la
abuela esto la haría muy feliz.
Su
ropa era muy alegre, preciosos vestidos de diversos colores adornaban
su armario, así que aprovechamos prácticamente todo depositando
todas las prendas en una caja para el rastrillo. Tan solo me quedé
con un fular que combinaba distintos tonos de azul que siempre me
había gustado.
Una
vez que acabamos con la ropa, nos dispusimos a recoger y embalar
distintas figuras y objetos. Su casa allá por donde fueras, estaba
llena de brujas y hadas que eran su gran debilidad. Apartando dos
para conservar de recuerdo, el resto se iría para la causa.
Hacer
esto era doloroso, pero no podíamos preservar todo lo que tenía la
abuela, no teníamos sitio, además la idea era mudarme para allí en
cuanto fuese posible, y necesitaba espacio.
Subimos
al desván, aunque sabíamos que ella poco antes de morir, se había
preocupado de vaciarlo y de limpiarlo. Mamá me seguía subiendo las
escaleras que accedían arriba, y yo sentí que una fuerza misteriosa
me llamaba hacia ese cuarto que siempre había gozado de un gran
misterio para mí, allí en infinidad de ocasiones había jugado con
la abuela en medio de aquella luz tenue que lo caracterizaba,
disfrazándome y escondiéndome para que ella me encontrase. Intuía
que mamá escondía algo, fue algo que sentí en cuanto falleció la
abuela, pero por más que miraba sus ojos, no conseguía averiguar
que es lo que ocultaban.
Arriba
estaba todo muy cambiado, el precioso y grande espejo de pié que la
abuela había conservado de su bisabuela, que con seguridad guardaba
los reflejos de mi infancia, seguía allí, lo cual me alegró, era
algo que bajaría para la casa buscándole una buena
ubicación, merecía la pena lucirlo. Por lo demás todo estaba
vacío, claro que no eran más que viejos muebles que seguro estarían
llenos de carcoma. Tan solo descubrí debajo de la pequeña ventana,
el viejo baúl donde la abuela guardaba los vestidos antiguos, me
acerqué corriendo esperando encontrar alguno de ellos, y allí
estaban, preciosas telas de raso y tul, conformaban aquel bello
vestuario que tanto me gustaban, incluso algunos tenían su gorrito
haciendo juego. Revolví recordando un viejo kimono japonés que la
abuela había traído de un viaje a la Japón, y en mis ansias
encontré un libro.
Despedía
un olor agradable, aroma a plantas y a naturaleza... Era grande y muy
viejo, de duras pastas oscuras en las que no acertaba a distinguir el
color, cogiéndolo con cuidado entre mis manos, me acerqué a mi
madre, mostrando lo que acababa de encontrar.
Bajamos
a la sala, mientras yo entre alucinada y sorprendida me senté en el
sillón azul con el libro en mis brazos, mamá no dejaba de
observarme, supongo que tratando de encontrar un gesto complaciente
ante mi descubrimiento.
- ¿Sabes lo qué es? -me preguntó-.
Al
momento la estrella comenzó a brillar en distintos colores, lo que
hizo que impresionada soltase el libro cayendo el mismo al suelo. Mi
madre se acercó despacio y lo cogió con delicadeza entregándomelo
de nuevo mientras me hablaba:
- Este libro pertenecía a tu abuela, y antes que a ella, pasó por las mujeres de las distintas generaciones de la familia desde hace quinientos años.
- ¿Es un libro de brujería? -pregunté asustada-.
- Yo no lo llamaría así -me dijo mamá- por lo que yo se, es un libro de hechizos, tu abuela era una bruja, pero de magia blanca, siempre la ha usado para el bien. Se llama “Necronomicón”, ella me lo había explicado para que yo te pudiese contar si es que ella faltaba antes de poder hacerte entrega del mismo. Es un libro muy valioso, antes de pertenecer a su familia, había pertenecido a otra, que dejando de procrear mujeres, perdieron todos los derechos sobre el mismo.
- ¿Y cuándo me lo pensaba dar?
- En tu veintiún cumpleaños, ese era el día, pero puesto que ella ha fallecido, a ti te corresponde desde ahora, hacerte cargo del mismo, y usarlo siempre que sea necesario para hacer el bien. Eres su sucesora...
- Pero mamá.... ¡yo no se como funciona! ¡no tengo ni idea de como va esto! ¡jamás la abuela me explicó nada...! -dije con ganas de llorar-.
- Cariño, no debes preocuparte, es algo que está dentro de ti, a medida que vayas leyendo el libro, tus poderes se irán acentuando, y sabrás en cada momento como debes actuar.
- ¡Háblame más sobre el libro mamá!, ¿qué más sabes?
- El mismo contiene rituales, hechizos, conjuros y un precioso tratado elemental de la magia blanca, y aunque en su interior también encontrarás distintos apuntes sobre la magia negra, debes evitar hacer uso de ellos. La estrella de la portada es de cinco puntas, llamada pentagrama mágico, siempre se la ha relacionado con la magia, se supone que es un talismán de protección, aunque su utilización masiva y su imagen más popular proviene del satanismo, aunque en este caso la estrella figura invertida. ¿Te has dado cuenta que la estrella te ha reconocido?
- Si, claro, ¿por eso se ha encendido? -pregunté confusa-.
- Si hija, ¿sabes lo que representan las cinco puntas? Piensa, no es muy difícil.
- Supongo que los cinco elementos ¿no?
- Cierto, tierra, aire, fuego, agua y espíritu -me respondió confirmando lo que me imaginaba-.
- ¿Qué debo hacer ahora?
- Ahora nos iremos para casa, y en tus ratos libres leerás el libro, absorbiendo su energía y impregnándote de su poder, y muy pronto sabrás lo que debes hacer...
Una
nueva vida comenzó ante mi adquiriendo rápidamente conocimientos
sobre cosas que ni siquiera sabían que existían. Ejecutando actos
veniales hacia las personas que me necesitaban, sin cambiar su
futuro, era la primera regla que debía cumplir, jamás ir en contra
del destino ni intentar cambiarlo, quizás era una prueba, porque yo
gozaba de ese poder que podría dar un giro importante a la vida de
muchos, pero alterándolo originaría cambios que podrían ser
fatales.
Tuve
muchos contactos con mi abuela, en los que seguía aconsejándome
como había hecho en vida, y su ayuda para mi, fue tan necesaria que
no sería la gran bruja que soy en este momento.
Y
mi vida siguió, cargada de buenos y malos momentos, aprendiendo que
la vida es única y aquí debemos de ayudarnos todos. Lo que viene
después, es una consecuencia de nuestros hechos pasados...
TE FELICITO ANA, ES MUY LINDO TODO LO QUE ESCRIBES, Y ADEMÁS MUY REFLEXIVO PARA MEJORAR NUESTRA CALIDAD DE VIDA, CON MUCHO OPTIMISMO Y CON BUEN CORAZÓN, GRACIAS POR PERMITINOS ENTRAR A TU CASA Y OFRECERNOS TAN BUENA LECTURA ....ERES LA MEJOR!!!
ResponderEliminarjajajaja, gracias por tus palabras Erika, y esta tambien es vuestra casa, por y para vosotr@s escribo. Besos muy grandes buena amiga.
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