sábado, 2 de noviembre de 2013

"DESCUBRIMIENTO IMPREVISTO"


Había crecido en aquel pequeño pueblo, amparada por una comunidad protectora que más parecía una gran familia, siempre había sido así, por lo que a nadie le parecía fuera de lo normal la extraña convivencia que allí se terciaba.

Sin embargo, yo siempre había presentido que algo extraño había en nuestro pueblo, jamás salíamos de él, era la primera regla y la más importante, allí estábamos supuestamente protegidos del mal que viajaba por el mundo. Mi curiosidad innata y mi espíritu aventurero, me hacían imaginar como sería la vida fuera, y esperaba que llegase el día en el que pudiese salir. Nunca hablé con nadie de estos pensamientos que me inundaban, ni tan siquiera con mi buena amiga Nataly. No se si es que todos se habían acomodado a esa clase de vida, o es que no gozaban de curiosidad hacia lo desconocido, algo que en mi parecía tan natural.

Allí cultivábamos, producíamos y teníamos de casi todo. Lo que nos llegaba a hacer falta, se encargaba una cuadrilla de hombres, que saliendo al anochecer, se dirigían a la ciudad en busca de nuestras necesidades. Incluso, en alguna ocasión esporádica, llegaba a producirse alguna baja, sin que jamás yo hubiese escuchado alguna explicación al respecto. Lo que si sabía, es que estábamos protegidos de cualquier visita extraña, se hacían turnos de vigilancia, a pesar de que supuestamente una extraña fuerza eléctrica nos mantenía ocultos de cualquier curioso que se acercase por allí, haciendo invisible tanto nuestro poblado como los habitantes que se hallasen en él en ese momento.

Por lo que decían mis padres, no querían hacer crecer una incertidumbre hacia lo desconocido, nuestra vida era aquella y así deberíamos de vivir, así que jamás nos contaron nuestro origen, ni el porqué de ese aislamiento ni siquiera la razón de no tener contacto con el exterior. Supuse que los más ancianos y los miembros del consejo si lo sabrían, y no entendía el porqué de tanto misterio.

Mi espíritu inquieto no podía con esa clase de vida, así que una noche, cuando ya todos dormían, conseguí en medio de aquella oscuridad, recorrer las calles del pueblo, burlando los servicios de vigilancia nocturna y adentrarme en la espesura del bosque.

No creía que me diese tiempo a regresar para cuando todos se levantasen, pero me daba igual, mis padres me conocían bien y con seguridad sabrían lo que había pasado. Lo que no podía saber, era la clase de castigo que me impondrían, además, es que no lo harían mis padres sino la comunidad, pero habría valido la pena, estaba segura de ello.

Después de dos horas de camino, llegué a una carretera general, pero aún así, seguí caminando a la par de ella, ocultándome entre los árboles cada vez que pasaba algún vehículo, no quería que nadie me viese, por lo menos, no de momento, hasta saber que es lo que originaba esa prohibición.

Llevaba una hora más recorrida, cuando distinguí a lo lejos un pueblo, seguí mis pasos temerosa de lo que pudiese encontrarme, aunque la intriga podía más que nada. Me adentré con lentitud, aún era de noche, así que no vi a nadie. Seguí caminando hacia el centro, seguramente allí estaría localizada la comisaría y con seguridad habría algo de movimiento en esa zona.

Como suponía, aprecié en la distancia, algunas personas entrando y saliendo de aquel lugar. Parecían bichos raros, muy extraños y feos, aunque pensé que tal vez la noche y la lejanía, me estaban causando una mala jugada. Seguí acercándome con cuidado, buscando las zonas más oscuras para que no me descubrieran. Estaba ya lo suficientemente cerca, como para espiar a los humanos, y asombrada los observé con aquellos andares tan raros y esos cuerpos deformes... ¿que estaba pasando? Nunca me dijeron que no eran como nosotros, eran repulsivos y espigados, y su habla, era ininteligible.

De repente, uno de ellos, pareció mirarme, probablemente la negrura de la noche no le había permitido verme bien, así que comenzó a caminar hacia mi. No sabía que hacer, si echar a correr o buscar un escondite, por allí no había nada que sirviese para poder ocultarme, aunque un poco más adelante me pareció apreciar un callejón, debería apresurarme antes de que el hombre estuviese más cerca.

Pensé que me había dado tiempo, sin embargo, ese ser abominable penetró detrás de mi. No tenía escapatoria,  no había salida... Cuando me di la vuelta, lo tenía delante, portando una barra de hierro. De cerca aún era peor de lo que me había parecido al principio. Se sujetaba tan solo por dos extremidades, no entendía como podía guardar el equilibrio, en las superiores sujetaba aquella barra que había levantado con intención de golpearme, en su cabeza tenía algo de color negro que parecía suave pero le daba un aspecto dantesco, tenía dos ojos, ¿como podía tener percepción de todo con solo dos ojos? Me asustó tanto por su aspecto como por su intención. Salté por encima de él, lo más alto que pude, y salí corriendo calle abajo, perdiéndome en el oscuro bosque retornando a mi hogar. Ahora lo entendía, no querían asustarnos con aquellos seres terroríficos y grotescos que habitaban fuera de nuestro poblado. Aún llegaría a tiempo antes de que amaneciese y la comunidad despertase, pero no iba a decir nada, moriría con mi secreto, me sentía temerosa por lo que había visto, pero sobre todo avergonzada por no haber confiado en ellos. Me prometí no volver a desconfiar de mi pueblo que me cuidaba y me protegía de los malos que vivían fuera...

viernes, 1 de noviembre de 2013

-"NAAMAH" LA DIABLA-

Se sentía perdida en un mundo irreal para la mayoría, pero real para los de su especie. Fuera de lugar y confundida, como si su sitio fuese otro y algo la hubiese traído allí por casualidad. No entendía su misión y el cumplir con sus deberes le causaba un gran dolor que ocultaba bajo una falsa máscara de malicia.

De momento, parecía pasar desapercibida para todos, aunque llegaría un día que su existencia le pesase tanto, que sin poder evitarlo se daría finalmente a conocer. Alguien había cometido el error de enviarla allí, y no sabía como podría hacer para salir de aquel lugar que la atormentaba y la llenaba de desdicha.

Era una diabla seductora de nombre Naamah, estaba a una escala inferior a los demonios, que tenían más poder que ella, apenas se relacionaba con ellos, pues sus funciones eran distintas. Debía cada día, visitar humanos y llenar sus mentes de ideas perversas tratando por todos los medios de que hiciesen el mal. No era un trabajo complicado, pero no le agradaba ni lo más mínimo, sobre todo cuando daba con mentes débiles donde su misión era realmente fácil. Lo peor de todo para ella, eran los daños colaterales, cuando por culpa de las percepciones que transmitía a su víctima, resultaban dañados otros humanos, en ocasiones no eran más que niños que sufrían mucho, llegando incluso a veces a fallecer o a perder su entorno familiar, rompiendo su estabilidad mental afectando su futuro de manera irremediable.

Intuía, pues no sabía si sería cierto, que alguna vez había sido humana, pero de lo que si estaba segura era de que no habría sido una mala persona, miles de sentimientos que iban en contra de lo que debería sentir, bullían por su interior creando un caos que la atormentaba; el que la envió a ese lugar endiablado, nunca mejor dicho, debió de haberse confundido y tendría que  encontrar la manera de librarse de aquella tortura que la devoraba por dentro.

No se le ocurría la manera de poder escapar de allí, ya que volaba de dimensión en dimensión, sin perder nunca el enlace con aquel averno. No podía confiar en nadie allí, así que acabó asumiendo su triste eternidad, dejándose llevar por un cúmulo de rabia contenida explotando en un fuego tan intenso, que sus compañeros la miraron extrañados por aquel comportamiento. No había caído en cuenta de la presencia de Abaddon, demonio destructor, era el más peligroso y más violento de todos, temido por el resto. Se acercó despacio mientras ella se ponía en pie con actitud desafiante hacia él, no iba a permitir que la atemorizase.

Si situó delante de Naamah, clavando su mirada vacía y libre de cualquier sentimiento en ella, llevando sus malvados ojos negros por toda su figura, y con un dedo que más parecía una garra, comenzó a acariciar su pecho, recorriendo a continuación su cuerpo mientras daba una vuelta alrededor de ella, hasta que volvió a su posición inicial. Una vez enfrente, con voz profunda y fuerte le dijo:
  • Me complace ese arranque de ira tan fuerte que has tenido, ahora bien, me gustaría saber cuál ha sido el motivo...
Lo miró sin dar muestras de temor, y acercándose como ella sabía, puesto que para eso era una diabla seductora, comenzó a acariciarlo y a rozarse contra él, con la idea de enturbiar su mente y llevarla hacia otro camino, algo que parecía que estaba funcionando, se mostró entusiasmado con la reacción de Naamah, sonriendo lascivamente a la joven diabla.
  • Solo me sentí ofendida cuando un joven diablo rechazó un encuentro conmigo, es la primera vez que me pasa y no consigo entenderlo, ¡me puse furiosa! -mintió dando mucho énfasis a su historia-.
  • Yo tampoco lo entiendo -dijo el demonio babeando por encima de ella-, y comprendo tu cólera, tal vez este ser podría complacer tus deseos para que olvides ese episodio tan lamentable que ha herido tu amor propio -continuó mientras la atraía con fuerza hacia él-.
  • Me encantaría -siguió mintiendo ella, esta vez con miedo a que notase su disgusto por sentir su gran miembro erecto muy pegado a ella, tanto, que le hacía daño- pero ahora tengo que ir a hacer una visita, tal vez a mi regreso podríamos encontrarnos -dijo mientras rogaba que no se sintiese molesto por no acceder a su petición en ese mismo momento-.
  • Lo entiendo, no quisiera que tuvieses problemas por mi culpa, te esperaré en mi aposento, no tardes, estaré ansioso esperando tu llegada, -habló mientras con su lengua recorría el hermoso cuello de Naamah-.
Se retiró sin más, mientras ella tuvo que hacer grandes esfuerzos para controlar las nauseas que le había provocado el asqueroso ser. Ahora si estaba atrapada y en problemas ¿qué podría hacer? Pensó durante un rato, intentando buscar una respuesta, hasta que de repente, se le ocurrió, había tenido su oportunidad siempre muy cerca, ¿cómo no había caído en cuenta?

Se fue a visitar a una de sus víctimas, no tendría que ir hasta más tarde, pero era algo que carecía de importancia, no controlaban los horarios. Si tenía suerte un ángel protector se presentaría en cuanto detectasen su presencia, normalmente no les daban tiempo a aparecer, ya que ejecutaban su acto con rapidez, con la idea de que cuando notasen su actividad, ya fuese demasiado tarde. Hoy sería distinto, esperaría pacientemente a que apareciese, y le pediría ayuda, con seguridad, no se la negaría.

Y así fue, después de un rato apareció, con la forma de un hombre muy atractivo, que la cautivó por completo. Como pudo le explicó su relato conteniendo sus ganas de llorar, hasta que al final, sintiéndose derrotada estalló en un llanto angustioso y desesperado. El joven ángel, con compasión y amor, la envolvió en sus brazos, entendiendo lo que le ocurría, y con dulzura se elevó con ella, llevándola a la máxima dimensión de plena de felicidad y bienestar. Arropándola con sus alas, la hizo sentir por primera vez segura y amparada, mientras se dirigían en busca del ángel superior.

Una vez allí, después de volver a contar su dolorosa historia, confirmaron su sospecha, un error había alterado su destino, enviándola equivocadamente al infierno. La dejaron en compañía del joven ángel, el la ayudaría a superar el daño sufrido, encauzándola en una nueva eternidad llena de paz y plenitud, y de la que ella esperaba, llegase a surgir algo con su nuevo acompañante.




martes, 29 de octubre de 2013

"SENTENCIADA"

Providence (Rhode Island) Noviembre de 1.692

Había heredado los poderes de mi abuela, incluso parecía poseer más dones que los que ella tenía. No me gustaba considerarme bruja, era una palabra que en la antigüedad se relacionaba con el mal, la magia negra y el culto al demonio, con una reputación de mujeres malvadas y sin escrúpulos. Todo más lejos de la realidad, las brujas siempre han sido mujeres de amplia bondad, con poderes adivinatorios y curativos que se usaban para hacer el bien.

Mi abuela me había iniciado desde muy pequeña para estimular mis aptitudes y que no se perdieran, explicándome al detalle como debería ejercer esas maravillosas habilidades que Dios me había otorgado.

Cuando era adolescente, comencé a acompañarla en sus visitas a los enfermos, incluso atendiendo algún parto en ocasiones complicado, dónde yo descubrí una de mis capacidades más notables. Era capaz de girar a un bebe en el vientre de su madre, cuando llegado el momento del parto no estaba en la posición adecuada, disponiéndolo para un buen alumbramiento, salvando a unas cuantas mamas y a sus pequeños de una muerte segura.

También gozaba de cierta facultad para eliminar la mala fortuna que en ocasiones acompañaba a las familias, y con respecto a las enfermedades, fui adquiriendo con facilidad todos los conocimientos de que disponía mi abuela, más los que yo me encargué de buscar leyendo libros e investigando por mi cuenta.

Mi arte adivinatorio era muy acertado, no errando nunca en mis predicciones, para lo que usaba el poso del café y en ocasiones piedras mágicas. Poco antes de fallecer mi abuela, me había dicho que me consideraba la bruja más poderosa que jamás había conocido. Cuando se murió, yo heredé su libro de hechizos y conjuros, que aunque no me hacía falta, guardé como un tesoro.

Me case con Anthony, un joven campesino del pueblo que me regaló dos preciosas hijas y una vida llena de felicidad. Mis poderes tenían una pega, y es que no podía usarlos para beneficio propio en el caso de la adivinación, aunque si para la curación, con lo cual nunca pude saber lo que me disponía el futuro, así que disfrutaba de cada nuevo día con mi esposo y mis hijas como si fuese el último.

Tenía mucho trabajo en el pueblo, era muy querida y respetada, y me llamaban para cualquier enfermedad, percance o dificultad, desde un parto, un niño enfermo, una muela con dolor, lectura del futuro, incluso para tratar algún animal enfermo; lo que nos permitía vivir sin excesos pero cómodamente, sin que jamás nos faltase la comida.

La vida se complicó de repente. Habían llegado noticias de Salem, una ciudad a 88 kilómetros de nosotros, donde estaban realizando juicios contra varias mujeres a las que habían acusado de brujería y de culto al demonio, causando enfermedades y distintas alucinaciones en la población, algunas ya las habían sentenciado a ser quemadas en una hoguera, otras, estaban a la espera de juicio. Ésto, sumado a una terrible epidemia que estaba arrasando nuestro pueblo, llevándose principalmente a los niños más pequeños y a los ancianos, hizo que comenzasen a dudar de mi, diciendo que estando en contra de los juicios de Salem, había cursado una venganza, tratando de matar a todos los miembros de la aldea. Me detuvieron y me encarcelaron a la espera de un juicio que intuía, no iba a ser justo, y todos los que en su día me querían y me respetaban, me dieron la espalda renegando de mi, escupiéndome e insultándome cuando iba en el carro camino de la prisión. No permitieron que recibiera la visita de Anthony ni de mis pequeñas, lo que causaba un gran dolor en mi corazón.

Como esperaba, no fue justo, los que un día estaban agradecidos por haberlos ayudado, ahora declaraban en mi contra acusándome de brujería y de ser aliada de Satán. En mi declaración expuse mi inocencia, opinando que todo esto no era más que extremismo religioso, jamás había hecho el mal a nadie, poseía unos dones heredados de mis antepasados que nunca se habían usado para hacer el mal, y enfadada dije que todo ésto era una intromisión gubernamental de mi libertad individual.

Después de falsas acusaciones e infinidad de fallos en el proceso, sabía cual iba a ser el desenlace, y no estaba equivocada, no hacía falta ser adivina para saberlo... Al igual que mis compañeras de Salem, me condenaban a morir quemada en la plaza del pueblo a la vista de todos mis vecinos.

Rogué que se me concediese la visita de mi esposo y de mis hijas para poder despedirme, y por sorpresa, me lo concedieron. Cuando Anthony llegó a mi calabozo acompañado de mis dos niñas, el corazón se me alegró, me abracé a él con tanta intensidad y tanto amor que mis carceleros se hicieron a un lado para dejarnos unos momentos de intimidad. Comencé a llorar en sus brazos, mientras el me acariciaba con mucha ternura, las niñas mientras tanto, se habían abrazado a mis piernas sollozando y reclamando mi atención. Me agaché para estrecharlas en mis brazos, Samantha ya tenía seis años, pero todavía era muy pequeña para entender lo que estaba pasando, y July con solo dos, me miraba con esos ojos azules y brillantes que poseía, intentando adivinar en mi mirada que era lo que me pasaba. Era un bebé apenas, pero siempre adiviné en ella algo muy especial, era poseedora de mis dones y algo me decía que si yo era poderosa, ella lo sería mucho más...

No se como ocurrió, pero July pareció entrar en una especie de trance, y diciendo en su lenguaje infantil -mami, no llores, no tes tiste, July te va sacar de este feo sitio-, de repente de sus hermosos ojos salió una luz que iluminó el calabozo, y al instante aparecimos en nuestro hogar.

Poseía una facultad extraordinaria que yo nunca había conocido en ninguno de mis antepasados, era capaz de transportar en el espacio lo que ella quisiese. Deberíamos irnos enseguida, antes de que nos encontrasen, puesto que además de quemarme a mí, lo harían con la pequeña, los carceleros seguramente habían sido conscientes del extraño episodio ocurrido.

Cogiendo lo justo que entraba en nuestro carro, nos fuimos. Encaminamos nuestra vida hacia otro destino, más allá de toda esta maldad humana. En busca de un pueblo lo más alejado posible para comenzar una nueva vida llena de felicidad.


"SALTO EN EL TIEMPO"

Bajamos la autovía con dirección a la ciudad, después de haber pasado todo el domingo con unos amigos haciendo senderismo. Ya estábamos muy cerca, quedaban ocho kilómetros para la entrar en ella, cuando de repente... no sabemos exactamente que pasó, pero circulábamos en plena ciudad. Saúl paró en cuanto tuvo ocasión y me miró pasmado -¿qué ha pasado?-. No supe que contestarle, yo tampoco me explicaba como habíamos aparecido allí. Esa fue nuestra primera experiencia al respecto.

Volvíamos hacía casa después de una cena romántica, eran las dos de la mañana y apenas había coches en el centro. Sin que notásemos nada extraño, al igual que en la primera ocasión, nos vimos en un lugar que no correspondía. Esta vez no reconocimos el lugar donde nos encontrábamos, la noche es buena desorientadora y más en una situación así. Estacionamos en el andén e intentamos tranquilizarnos para intentar orientarnos. Sin ser capaces, seguimos camino con gran nerviosismo, a la espera de encontrar alguna señal informativa de la localidad donde nos hallábamos. ¿Y si esta vez ese extraño suceso nos había trasladado a una ciudad alejada de la nuestra? Pocos kilómetros adelante nos relajamos al saber que estábamos en un pueblo muy cerca de nuestra casa.

Estos episodios comenzaron a obsesionarnos y a preocuparnos, y decidimos ir a hablar con un amigo al que le apasionaba todo lo relacionado con fenómenos extraños. Le causó gracia, y nos dijo que eran pequeños saltos en el tiempo, un fenómeno parapsicológico en el que debido a la presencia de divergencias magnéticas y entrando en contacto con dimensiones temporales paralelas, una especie de agujeros de tiempo y espacio, nos trasladábamos a otro espacio en nuestra realidad; lo que venía siendo algo parecido a un agujero negro. La posibilidad de que se repitiera este fenómeno era ínfima, habíamos dado de forma casual con dos portales que nos habían llevado a otro lado, el que nos volviese a ocurrir era prácticamente imposible.

Pasamos un año tranquilo y con este raro fenómeno prácticamente olvidado. Una tarde de invierno con un temporal impresionante, Saúl me fue a buscar al trabajo, estaba muy cerca de nuestra casa, siempre iba caminando, pero ese día agradecí el que viniera a recogerme salvándome de una mojadura muy probable.

¡No nos lo podíamos creer! Estábamos ya para aparcar al lado de nuestra casa, cuando ocurrió de nuevo. Allí donde aparecimos no llovía ni hacía viento, es más, el suelo se veía seco, no había llovido por lo menos en unas cuantas horas. Seguimos camino como en la última ocasión, para intentar averiguar dónde nos encontrábamos, era una vía rápida con un gran fluir de tráfico. Enseguida salimos de nuestra duda, estábamos en Madrid, a seis horas de nuestra localidad. Esto se estaba “saliendo de madre” ¿dónde nos llevaría la próxima vez?

Llegamos a casa agotados cerca de la una de la mañana, en seis horas el despertador nos reclamaría, esto comenzaba a ser angustioso...

Nos reunimos de nuevo con nuestro amigo, esta vez no le pareció tan gracioso, le sorprendió que ya nos hubiese ocurrido en tres ocasiones, y se temía que volvería a pasar... Se suponía que al pasar por ciertas zonas magnéticas se habría un portal que era el culpable de un desplazamiento en el espacio, la probabilidad que se había dado en nuestro caso, era muy extraña. Algo había en nosotros que como un imán, atraíamos esa fuerza cósmica. No había nada que se pudiese hacer, salvo esperar a que no se volviese a repetir... Lo que si era cierto, es que si volvía a pasar, lo más seguro es que nos llevase bastante más lejos que la última ocasión.

Después de tres tranquilos años sin que este extraño fenómeno se volviese a presentar, relajamos nuestra vida olvidándonos de los episodios vividos. Estábamos de vacaciones y habíamos ido a pasar el día a la playa, yo, embarazada de seis meses, me hallaba en una época muy feliz. De regreso a casa, la niña saltó en mi vientre de manera violenta, y al momento aparecimos en otro lugar.

En esta ocasión si que fuimos conscientes de hallarnos en otra realidad, la lejanía dónde nos había trasladado era un lugar desconocido para nosotros, desde luego no estábamos en nuestro lugar, en nuestra tierra, en nuestro planeta... ¿o sí? Alterado Saúl comenzó a decir que estábamos en otra dimensión, sin retorno a nuestro origen.

Un terreno seco y rocoso se presentaba ante nosotros, sin apreciar ningún tipo de vida a alrededor. El cielo de un azul intenso sin nubes, presentaba distintos planetas algunos más cerca y otros más lejanos, en total contamos cinco. Probamos el coche que pareció funcionar, así que seguimos camino para tratar de encontrar alguna ciudad o cuando menos, algo de vida... Por suerte acabábamos de llenar el depósito, así que teníamos gasolina para bastantes kilómetros. Después de dos horas, el paisaje comenzó a cambiar mientras la noche comenzaba a dejarse notar. Una gran luna con una luz inmensa y potente alumbró nuestro camino, pudiendo apreciar algo de verde en el camino comenzando a parecer distintos árboles. A lo lejos nos pareció distinguir una ciudad, ¿qué clase de gente viviría allí? ¿serían pacíficos?

Nuestra entrada fue temerosa, ante la incertidumbre de saber lo que íbamos a encontrar allí, se unía el desaliento de estar fuera de nuestro entorno sin saber exactamente donde nos hallábamos. Para nuestra sorpresa, las personas que encontramos transitando por allí eran como nosotros, o por lo menos, eso parecían.

Aparcamos en cuanto pudimos y bajando del coche enseguida comenzaron a acercarse a nosotros distintas personas con trato amigable. Enseguida nos explicaron que habíamos llegado a otra dimensión, y que deberíamos considerarnos privilegiados.

Reunidos ya más tranquilos con miembros del consejo de la ciudad, nos explicaron con más detalle. Solo ciertas personas gozaban del honor de pasar a este espacio paralelo fuera de todo mal, ni violencia, ni enfermedades, ni pobreza... allí era como si la caja de Pandora jamás se hubiese abierto. Solo personas de gran corazón y un alma pura y peculiar pasaban a ese lado, y era muy casual que tanto yo como mi esposo gozásemos de esas cualidades necesarias. Allí había personas de distintas partes del mundo, desaparecidas sin que jamás se hubiese encontrado rastro alguno, incluso descendientes de las personas que misteriosamente habían desaparecido en el vuelo-19 en el triángulo de las bermudas en el año 1.945.

Nos sentíamos felices, a nuestra hija le íbamos a regalar una vida dichosa llena de felicidad y sin enfermedades, que bonita manera de empezar una nueva vida...



domingo, 27 de octubre de 2013

"REGALO DEL PASADO"

Nos encontrábamos en el siglo XXII, año 2.165, plena era de la inteligencia y la tecnología avanzada y era consciente de que realmente habíamos sufrido un atraso considerable en determinadas cosas.

Un gobierno dictador en el que nos hallábamos todos sometidos, dirigía nuestras vidas y nosotros de manera sumisa acatábamos sin dar muestra de inconformismo. Existían varias reglas que todos obedecíamos como si fuésemos autómatas. Las nuevas generaciones habían crecido sin ser conscientes de muchas realidades vitales y naturales, ya que nos estaba prohibido hablar de ciertos temas, bajo pena de multa y arresto por largo tiempo. Los más viejos que sabían temas del pasado, simplemente callaban...

Al nacer nos implantaban un chip en el cerebro, que nos conectaba a una central de datos desde la que adquirían total información sobre nosotros, desde nuestra capacidad intelectual, hasta donde estábamos y hacia dónde nos dirigíamos, les daba total control sobre nuestra vida. Según nuestra inteligencia y capacidades, nos obligaban a estudiar y a ejercer lo que ellos consideraban, y los que nacían con algún fallo que se les había escapado, -puesto que todo lo tenían prácticamente controlado-, los desechaban considerándolos escoria de la humanidad sacrificándolos, puesto que para ellos no eran más que un gasto en la sociedad sin obtención de ningún beneficio. Así intentaban crear una población inteligente y activa, y sí es cierto de que todos teníamos trabajo y dinero, sin que nadie sufriese ningún tipo de necesidad.

Las enfermedades y accidentes graves -que escaseaban, una de las cualidades de nuestra época era la gran seguridad en todos los aspectos-, era de fácil solución dados los avances médicos de los que disponíamos, y operaciones que en otro tiempo con seguridad se alargaban en el plazo de recuperación, hoy en día eran algo de convalecencia fugaz.

Sin embargo, había algo que yo no entendía, aunque para nuestros gobernantes sí que tenía una explicación.

A través de mi madre, llegó a mis manos un secreto que nadie debería conocer, nuestra vida dependía de ello. Era un raro utensilio que en el pasado llamaban CD, que al parecer servía para grabar datos. Había pertenecido a la abuela de mi madre, pasando de una mano a otra en las siguientes generaciones. Había nacido en el año 2.050, año de grandes cambios tecnológicos, y ella intuyendo lo que se avecinaba dadas las últimas noticias, en el año 2.090 grabó una información para que nosotros, sus descendientes supiésemos algo que consideraba muy importante para que no quedase en el olvido.

A través de un buen amigo en el que confiaba plenamente y con él que estaba comenzando una historia más allá de la amistad, dado sus conocimientos informáticos, le pedí ayuda para conseguir visualizar lo que mi bisabuela nos había dejado, mamá no quiso adelantarme nada, y al parecer no me lo dio antes puesto que no había llegado el momento. La curiosidad me invadía de manera obsesiva ¿que sería lo que nos contaría en aquel artilugio?

Javi quedó impresionado cuando lo vio, tan solo en fotografías a través de la red, había tenido la ocasión de visualizarlo, en alguna ocasión en la que su curioseo le llevó a buscar cualquier información al respecto de aquel instrumento de grabación de datos tan aparatoso. Consiguió acoplar una pieza a su terminal para que pudiésemos verlo.

Me iba a dejar sola con esta información, para que yo disfrutase del momento con mi antepasada. Pero no acepté, él era importante para mi y quería compartir este instante único, estaba segura que allí no había nada que él no pudiese escuchar.

Nos acoplamos los dos, muy juntos, emocionados a la espera de que comenzara la emisión. Me enterneció verla y escucharla, tan dulce y con su hablar tan pausado. Aun era muy joven cuando realizó la grabación, tan solo cuarenta años y acerté a descubrir una gran mujer inteligente y de una belleza sobervia.

Después de enseñar distintas imágenes de como estaba la ciudad en esa época, pasó a lo realmente importante. En ese año se había aprobado en las cortes generales la prohibición de mantener relaciones sexuales, el objetivo era en primer lugar erradicar las enfermedades de origen sexual como el sida y el virus del papiloma humano que en los últimos años había crecido de manera escandalosa, y por otro lado, controlar la fecundidad de las mujeres de tal manera que solo se escogerían los embriones en perfecto estado y libres de enfermedades congénitas y de otras como el cáncer. Nos preguntamos que era eso de las relaciones sexuales, y no tardamos en encontrar la respuesta, mi bisabuela muy inteligentemente había supuesto que llegaría una época en la que sería un tema desconocido, así que nos ilustró ampliamente como eran, detallando con sus propias palabras los sentimientos que originaban ese especie de deseo, que daba un gran placer a una pareja. Placer que era totalmente desconocido para nosotros... Visualizamos distintas imágenes de lo que era eso, y aún asqueada, no fui capaz de sacar mis ojos de esas imágenes, Javi se reía al ver esos cuerpos desnudos moviéndose sin parar y gimiendo, tocando zonas que ni me atrevía a imaginar en mi mente. ¿Eso sería posible? Un beso en la boca, como hacían las personas en la imagen, estaba prohibido, los besos se reducían a alguno ocasional en la mejilla, pero en nuestra cultura no era algo habitual, ni tan siquiera abrazarse como hacían en la grabación, dar muestras de cariño no estaba bien visto.

Una vez acabada, quedamos unos instantes en silencio, hasta que Javi lo rompió, diciéndome que le parecía algo interesante, y que quizá podríamos probar. ¡Estás loco! Fue mi respuesta, me parecía algo repugnante.

Una vez en casa, comenté lo ocurrido con mis padres, se echaron a reír, y me sorprendieron al decirme que ellos lo habían probado y lo prácticaban, y que les parecía algo necesario en una pareja, unía mucho, además era algo muy placentero. Si me decidía a probarlo, debería tener cuidado, pues en ese acto cabía la posibilidad de quedarme embarazada, así es como se procreaba en la antigüedad, a través que un fluido que el hombre expulsa en este acto dentro de la vagina de la mujer.

Me acosté alucinando con toda aquella nueva información, tal vez debería probar, si papá y mamá lo habían hecho, no debía ser tan terrible.

Hablé con Javi al día siguiente, y lo sorprendí con la propuesta de intentarlo, sería esa misma tarde, sus padres no estarían en casa hasta la noche, lo que nos dejaba varias horas por delante, no sabíamos cuanto tiempo tardaba en realizarse todo el acto, así que a lo mejor nos hacía falta mucho y más teniendo en cuenta nuestra inexperiencia en el tema.

Comenzamos besándonos, como hacían en la reproducción de la bisabuela, y la verdad que me gusto, ¡y mucho! Empezamos lentamente, como con miedo, subiendo la intensidad poco a poco, hasta que comenzamos a juguetear con nuestras lenguas. Era algo increíble, sentía algo extraño dentro de mi, que me provocaba unas ganas locas de abrazarlo fuertemente y comérmelo por todos lados... ¡que extraño! Comenzamos a desvestirnos, al principio con timidez, pero una excitación incipiente nos hacía perder toda la vergüenza con la que comenzamos, dejándonos llevar por la situación. Me complacía sentir su cuerpo desnudo contra el mío “piel con piel”, que sensación tan hermosa y deleitosa. Nos acostamos en la cama, sin dejar de besarnos y tocarnos por todas partes, mi sexo vibraba de una manera rara, quería que me tocase allí, lo necesitaba, y él llevaba mi mano al suyo, haciendo que la moviese arriba y abajo, era increíble como sin tener ni idea nuestros cuerpos nos iban guiando y diciendo lo que teníamos que hacer. Llegó un momento en el que ya no aguantábamos más, la situación nos pedía algo más intenso, entonces Javi, se puso encima de mi, continuando con sus besos y caricias, el sentir su sexo pegado al mio me volvía loca. Sin saber como ocurrió, introdujo su miembro dentro de mí, primero dolió dejando enseguida paso a un placer excepcional que me hacía perder el control, no duró mucho, a lo sumo dos minutos, pero fueron los más grandes e intensos que jamás habíamos vivido, explotando al finalizar en unas sensaciones grandiosas difíciles de explicar. En total el acto debió durar tres o cuatro minutos.
Esa fue solo la primera de distintas placenteras ocasiones, las siguientes fueron mejorando, aguantando más en cada relación sexual. ¿Como podían permitir que el ser humano se perdiese de un placer tan sublime?

Guardamos nuestro secreto, como lo habían hecho mis antepasados, teniendo especial cuidado en no crear una vida dentro de mi, de ello dependía nuestro futuro, mi pena solo era el no poder gestar un hijo cuando llegase el momento, de la manera mas bella y natural que existía...