Bajamos
la autovía con dirección a la ciudad, después de haber pasado todo
el domingo con unos amigos haciendo senderismo. Ya estábamos muy
cerca, quedaban ocho kilómetros para la entrar en ella, cuando
de repente... no sabemos exactamente que pasó, pero circulábamos en
plena ciudad. Saúl paró en cuanto tuvo ocasión y me miró pasmado
-¿qué ha pasado?-. No supe que contestarle, yo tampoco me explicaba
como habíamos aparecido allí. Esa fue nuestra primera experiencia
al respecto.
Volvíamos
hacía casa después de una cena romántica, eran las dos de la
mañana y apenas había coches en el centro. Sin que notásemos nada
extraño, al igual que en la primera ocasión, nos vimos en un lugar
que no correspondía. Esta vez no reconocimos el lugar donde nos
encontrábamos, la noche es buena desorientadora y más en una
situación así. Estacionamos en el andén e intentamos
tranquilizarnos para intentar orientarnos. Sin ser capaces, seguimos
camino con gran nerviosismo, a la espera de encontrar alguna señal
informativa de la localidad donde nos hallábamos. ¿Y si esta vez
ese extraño suceso nos había trasladado a una ciudad alejada de la
nuestra? Pocos kilómetros adelante nos relajamos al saber que
estábamos en un pueblo muy cerca de nuestra casa.
Estos
episodios comenzaron a obsesionarnos y a preocuparnos, y decidimos ir
a hablar con un amigo al que le apasionaba todo lo relacionado con
fenómenos extraños. Le causó gracia, y nos dijo que eran pequeños
saltos en el tiempo, un fenómeno parapsicológico en el que debido a
la presencia de divergencias magnéticas y entrando en contacto con
dimensiones temporales paralelas, una especie de agujeros de tiempo y
espacio, nos trasladábamos a otro espacio en nuestra realidad; lo
que venía siendo algo parecido a un agujero negro. La posibilidad de
que se repitiera este fenómeno era ínfima, habíamos dado de forma
casual con dos portales que nos habían llevado a otro lado, el que
nos volviese a ocurrir era prácticamente imposible.
Pasamos
un año tranquilo y con este raro fenómeno prácticamente olvidado.
Una tarde de invierno con un temporal impresionante, Saúl me fue a
buscar al trabajo, estaba muy cerca de nuestra casa, siempre iba
caminando, pero ese día agradecí el que viniera a recogerme
salvándome de una mojadura muy probable.
¡No
nos lo podíamos creer! Estábamos ya para aparcar al lado de nuestra
casa, cuando ocurrió de nuevo. Allí donde aparecimos no llovía ni
hacía viento, es más, el suelo se veía seco, no había llovido por
lo menos en unas cuantas horas. Seguimos camino como en la última
ocasión, para intentar averiguar dónde nos encontrábamos, era una
vía rápida con un gran fluir de tráfico. Enseguida salimos de
nuestra duda, estábamos en Madrid, a seis horas de nuestra
localidad. Esto se estaba “saliendo de madre” ¿dónde nos
llevaría la próxima vez?
Llegamos
a casa agotados cerca de la una de la mañana, en seis horas el
despertador nos reclamaría, esto comenzaba a ser angustioso...
Nos
reunimos de nuevo con nuestro amigo, esta vez no le pareció tan
gracioso, le sorprendió que ya nos hubiese ocurrido en tres
ocasiones, y se temía que volvería a pasar... Se suponía que al
pasar por ciertas zonas magnéticas se habría un portal que era el
culpable de un desplazamiento en el espacio, la probabilidad que se
había dado en nuestro caso, era muy extraña. Algo había en
nosotros que como un imán, atraíamos esa fuerza cósmica. No había
nada que se pudiese hacer, salvo esperar a que no se volviese a
repetir... Lo que si era cierto, es que si volvía a pasar, lo más
seguro es que nos llevase bastante más lejos que la última ocasión.
Después
de tres tranquilos años sin que este extraño fenómeno se volviese
a presentar, relajamos nuestra vida olvidándonos de los episodios
vividos. Estábamos de vacaciones y habíamos ido a pasar el día a
la playa, yo, embarazada de seis meses, me hallaba en una época muy
feliz. De regreso a casa, la niña saltó en mi vientre de manera
violenta, y al momento aparecimos en otro lugar.
En
esta ocasión si que fuimos conscientes de hallarnos en otra
realidad, la lejanía dónde nos había trasladado era un lugar
desconocido para nosotros, desde luego no estábamos en nuestro
lugar, en nuestra tierra, en nuestro planeta... ¿o sí? Alterado
Saúl comenzó a decir que estábamos en otra dimensión, sin retorno
a nuestro origen.
Un
terreno seco y rocoso se presentaba ante nosotros, sin apreciar
ningún tipo de vida a alrededor. El cielo de un azul intenso sin
nubes, presentaba distintos planetas algunos más cerca y otros más
lejanos, en total contamos cinco. Probamos el coche que pareció
funcionar, así que seguimos camino para tratar de encontrar alguna
ciudad o cuando menos, algo de vida... Por suerte acabábamos de
llenar el depósito, así que teníamos gasolina para bastantes
kilómetros. Después de dos horas, el paisaje comenzó a cambiar
mientras la noche comenzaba a dejarse notar. Una gran luna con una
luz inmensa y potente alumbró nuestro camino, pudiendo apreciar algo
de verde en el camino comenzando a parecer distintos árboles. A lo
lejos nos pareció distinguir una ciudad, ¿qué clase de gente
viviría allí? ¿serían pacíficos?
Nuestra
entrada fue temerosa, ante la incertidumbre de saber lo que íbamos a
encontrar allí, se unía el desaliento de estar fuera de nuestro
entorno sin saber exactamente donde nos hallábamos. Para nuestra
sorpresa, las personas que encontramos transitando por allí eran
como nosotros, o por lo menos, eso parecían.
Aparcamos
en cuanto pudimos y bajando del coche enseguida comenzaron a
acercarse a nosotros distintas personas con trato amigable. Enseguida
nos explicaron que habíamos llegado a otra dimensión, y que
deberíamos considerarnos privilegiados.
Reunidos
ya más tranquilos con miembros del consejo de la ciudad, nos
explicaron con más detalle. Solo ciertas personas gozaban del honor
de pasar a este espacio paralelo fuera de todo mal, ni violencia, ni
enfermedades, ni pobreza... allí era como si la caja de Pandora
jamás se hubiese abierto. Solo personas de gran corazón y un alma
pura y peculiar pasaban a ese lado, y era muy casual que tanto yo
como mi esposo gozásemos de esas cualidades necesarias. Allí había
personas de distintas partes del mundo, desaparecidas sin que jamás
se hubiese encontrado rastro alguno, incluso descendientes de las
personas que misteriosamente habían desaparecido en el vuelo-19 en
el triángulo de las bermudas en el año 1.945.
Nos
sentíamos felices, a nuestra hija le íbamos a regalar una vida
dichosa llena de felicidad y sin enfermedades, que bonita manera de
empezar una nueva vida...
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