martes, 29 de octubre de 2013

"SALTO EN EL TIEMPO"

Bajamos la autovía con dirección a la ciudad, después de haber pasado todo el domingo con unos amigos haciendo senderismo. Ya estábamos muy cerca, quedaban ocho kilómetros para la entrar en ella, cuando de repente... no sabemos exactamente que pasó, pero circulábamos en plena ciudad. Saúl paró en cuanto tuvo ocasión y me miró pasmado -¿qué ha pasado?-. No supe que contestarle, yo tampoco me explicaba como habíamos aparecido allí. Esa fue nuestra primera experiencia al respecto.

Volvíamos hacía casa después de una cena romántica, eran las dos de la mañana y apenas había coches en el centro. Sin que notásemos nada extraño, al igual que en la primera ocasión, nos vimos en un lugar que no correspondía. Esta vez no reconocimos el lugar donde nos encontrábamos, la noche es buena desorientadora y más en una situación así. Estacionamos en el andén e intentamos tranquilizarnos para intentar orientarnos. Sin ser capaces, seguimos camino con gran nerviosismo, a la espera de encontrar alguna señal informativa de la localidad donde nos hallábamos. ¿Y si esta vez ese extraño suceso nos había trasladado a una ciudad alejada de la nuestra? Pocos kilómetros adelante nos relajamos al saber que estábamos en un pueblo muy cerca de nuestra casa.

Estos episodios comenzaron a obsesionarnos y a preocuparnos, y decidimos ir a hablar con un amigo al que le apasionaba todo lo relacionado con fenómenos extraños. Le causó gracia, y nos dijo que eran pequeños saltos en el tiempo, un fenómeno parapsicológico en el que debido a la presencia de divergencias magnéticas y entrando en contacto con dimensiones temporales paralelas, una especie de agujeros de tiempo y espacio, nos trasladábamos a otro espacio en nuestra realidad; lo que venía siendo algo parecido a un agujero negro. La posibilidad de que se repitiera este fenómeno era ínfima, habíamos dado de forma casual con dos portales que nos habían llevado a otro lado, el que nos volviese a ocurrir era prácticamente imposible.

Pasamos un año tranquilo y con este raro fenómeno prácticamente olvidado. Una tarde de invierno con un temporal impresionante, Saúl me fue a buscar al trabajo, estaba muy cerca de nuestra casa, siempre iba caminando, pero ese día agradecí el que viniera a recogerme salvándome de una mojadura muy probable.

¡No nos lo podíamos creer! Estábamos ya para aparcar al lado de nuestra casa, cuando ocurrió de nuevo. Allí donde aparecimos no llovía ni hacía viento, es más, el suelo se veía seco, no había llovido por lo menos en unas cuantas horas. Seguimos camino como en la última ocasión, para intentar averiguar dónde nos encontrábamos, era una vía rápida con un gran fluir de tráfico. Enseguida salimos de nuestra duda, estábamos en Madrid, a seis horas de nuestra localidad. Esto se estaba “saliendo de madre” ¿dónde nos llevaría la próxima vez?

Llegamos a casa agotados cerca de la una de la mañana, en seis horas el despertador nos reclamaría, esto comenzaba a ser angustioso...

Nos reunimos de nuevo con nuestro amigo, esta vez no le pareció tan gracioso, le sorprendió que ya nos hubiese ocurrido en tres ocasiones, y se temía que volvería a pasar... Se suponía que al pasar por ciertas zonas magnéticas se habría un portal que era el culpable de un desplazamiento en el espacio, la probabilidad que se había dado en nuestro caso, era muy extraña. Algo había en nosotros que como un imán, atraíamos esa fuerza cósmica. No había nada que se pudiese hacer, salvo esperar a que no se volviese a repetir... Lo que si era cierto, es que si volvía a pasar, lo más seguro es que nos llevase bastante más lejos que la última ocasión.

Después de tres tranquilos años sin que este extraño fenómeno se volviese a presentar, relajamos nuestra vida olvidándonos de los episodios vividos. Estábamos de vacaciones y habíamos ido a pasar el día a la playa, yo, embarazada de seis meses, me hallaba en una época muy feliz. De regreso a casa, la niña saltó en mi vientre de manera violenta, y al momento aparecimos en otro lugar.

En esta ocasión si que fuimos conscientes de hallarnos en otra realidad, la lejanía dónde nos había trasladado era un lugar desconocido para nosotros, desde luego no estábamos en nuestro lugar, en nuestra tierra, en nuestro planeta... ¿o sí? Alterado Saúl comenzó a decir que estábamos en otra dimensión, sin retorno a nuestro origen.

Un terreno seco y rocoso se presentaba ante nosotros, sin apreciar ningún tipo de vida a alrededor. El cielo de un azul intenso sin nubes, presentaba distintos planetas algunos más cerca y otros más lejanos, en total contamos cinco. Probamos el coche que pareció funcionar, así que seguimos camino para tratar de encontrar alguna ciudad o cuando menos, algo de vida... Por suerte acabábamos de llenar el depósito, así que teníamos gasolina para bastantes kilómetros. Después de dos horas, el paisaje comenzó a cambiar mientras la noche comenzaba a dejarse notar. Una gran luna con una luz inmensa y potente alumbró nuestro camino, pudiendo apreciar algo de verde en el camino comenzando a parecer distintos árboles. A lo lejos nos pareció distinguir una ciudad, ¿qué clase de gente viviría allí? ¿serían pacíficos?

Nuestra entrada fue temerosa, ante la incertidumbre de saber lo que íbamos a encontrar allí, se unía el desaliento de estar fuera de nuestro entorno sin saber exactamente donde nos hallábamos. Para nuestra sorpresa, las personas que encontramos transitando por allí eran como nosotros, o por lo menos, eso parecían.

Aparcamos en cuanto pudimos y bajando del coche enseguida comenzaron a acercarse a nosotros distintas personas con trato amigable. Enseguida nos explicaron que habíamos llegado a otra dimensión, y que deberíamos considerarnos privilegiados.

Reunidos ya más tranquilos con miembros del consejo de la ciudad, nos explicaron con más detalle. Solo ciertas personas gozaban del honor de pasar a este espacio paralelo fuera de todo mal, ni violencia, ni enfermedades, ni pobreza... allí era como si la caja de Pandora jamás se hubiese abierto. Solo personas de gran corazón y un alma pura y peculiar pasaban a ese lado, y era muy casual que tanto yo como mi esposo gozásemos de esas cualidades necesarias. Allí había personas de distintas partes del mundo, desaparecidas sin que jamás se hubiese encontrado rastro alguno, incluso descendientes de las personas que misteriosamente habían desaparecido en el vuelo-19 en el triángulo de las bermudas en el año 1.945.

Nos sentíamos felices, a nuestra hija le íbamos a regalar una vida dichosa llena de felicidad y sin enfermedades, que bonita manera de empezar una nueva vida...



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