Nancy
despertó sudorosa y gritando como últimamente, su marido la abrazó
intentando tranquilizarla. Esa terrible pesadilla se repetía cada
noche torturándola una vez más, reviviendo ese fatídico día que
la atormentaba.
Se
encontraba en su séptimo mes de embarazo y había perdido toda la
ilusión por su nuevo hijo, que con fuerza se movía en su vientre.
Tres
meses atrás, una dura tarde de invierno, había bajado un momento al
supermercado a comprar leche, no acostumbraba a dejar a los niños solos
en casa, pero dada la baja temperatura y la lluvia torrencial que
caía, decidió dejarlos un instante. En cinco minutos ¿qué podría
pasar?
Jason
tenía seis años, y la pequeña Phoebe tan solo cuatro. Después de
avisarles bien de que no abriesen la puerta a nadie, los dejó
sentados en el sofá viendo unos dibujos en la televisión.
Hubiese
tardado bastante menos, si no fuese por la cola que se había
formado. El supermercado estaba situado en la parte de atrás de su
casa, a solo un minuto. Al final, cerca de diez había sido el total
de tiempo que había pasado fuera de casa, debería haber dejado la
leche sin comprar cuando vio la cantidad de gente que allí había,
incluso podría haber ido a comprar en cuanto Lionel regresase del
trabajo, no podía evitar torturarse cada nuevo día, con “podría”
y con “porqués”...
En
cuanto dio la vuelta a la manzana, ya fue consciente de lo que
ocurría, su casa estaba ardiendo... Tiró la bolsa de la leche a un
lado, e intentó adrentrarse en su hogar, si no fuese por un vecino
que la agarró evitando que entrase en aquel infierno, seguramente
ahora estaría muerta al igual que sus hijos, pero hubiese sido
preferible... no soportaba vivir con esa pena y ese sentimiento de
culpa...
Sus
gritos desgarradores se escuchaban en todo el barrio, aunque
inútilmente intentaron apartarla de allí refugiándola en casa de
uno de sus vecinos, había sido imposible, y en cada despiste su
ansia la obligaba a intentar acceder a su hogar envuelto en llamas.
Los
bomberos llegaron enseguida, y para cuando consiguieron entrar, ya
nada pudieron hacer por sus dos hijos. Sacaron sus pequeños
cuerpecitos completamente inertes y corriendo los abrazó llorando y
gritando ante tal situación desesperada para una madre. Alguien
había llamado a su marido que se presentó enseguida, intentando
apartar sin conseguirlo a la joven madre del abrazo que dolorosamente daba a sus
hijos, la dejaron unos minutos, mientras en el suelo los estrechaba
en sus brazos, acunándolos por última vez...
Un
corto circuito en la televisión había sido el desencadenante en
toda esta tragedia, si ella hubiese estado en casa en ese momento...
Eso era algo que la martirizaba cada nuevo día, e intuía que jamás
aprendería a vivir así, con ese tormento que la afligía
profundamente.
Se
hallaba en la cama, sin haber sido capaz de conciliar el sueño de
nuevo, cuando una humedad conocida, la empapó... No podía ser,
todavía le quedaban siete semanas para salir de cuentas... Llamó a
su marido que dormía de nuevo, cuando una contracción le recorrió
su espalda y su vientre...
Se
dirigieron al hospital, las contracciones eran todavía muy
distanciadas pero sabía que el parto era inminente. Era demasiado
pronto, el bebe no tenía suficiente peso, y es que a partir del
accidente no solo no había engordado nada, sino que había
adelgazado. Si quería que su bebe sobreviviese, le habían
recomendado comer a menudo y guardar reposo, pero ninguna de las dos
cosas había tenido en cuenta, y ahora, se sentía muy asustada,
ahogada en su propio dolor, había descuidado totalmente a su nuevo
hijo...
Ahora
temía lo que hasta ese día le había resultado indiferente. Las
ecografías no le hacían ilusión, no tomaba el complejo vitamínico
que le habían recomendado, ni siquiera había pensado un nombre para
el bebé además no había querido saber su sexo y su habitación,
estaba sin montar... No podía perderlo... ¿Qué clase de madre era
para dejar morir a tres hijos? Llorando arrepentida, la prepararon
para entrar en quirófano, había sufrimiento fetal y debería nacer
cuanto antes...
Cuando
despertó de la anestesia, lo primero que hizo fue preguntar por su
hijo. Era una niña, y dado su bajo peso, la habían subido a
neonatos para poder recibir los cuidados adecuados. Sus pulmones
necesitaban madurar y su sistema inmunológico era muy débil, así
que una incubadora iba a ser su cuna durante un tiempo.
En
cuanto la subieron a su habitación, Lionel estaba esperándola, la
besó con mucha ternura demostrándole su amor incondicional, y
juntos subieron a ver a la pequeña recién nacida. Decidieron por el
camino que la llamarían (*)Hope, un nombre que le iba que ni
pintado, eso significaba para ellos, esperanza...
Era
muy pequeña pero preciosa, se veía tan frágil allí metida...
Nancy pidió que se la dejasen coger para poder amamantarla un rato, era algo que en ese momento ansiaba tanto... Cuando la tuvo en
sus brazos y sintiendo la facilidad con la que comenzó a mamar,
todo pareció quedar atrás, los malos momentos vividos, la triste
tragedia, sus hijos fallecidos... el pasado no debía inmiscuirse en
su vida, era algo que jamás olvidaría, Jason y Phoebe permanecerían
siempre en su corazón, pero ahora debería recuperarse por su hija,
sabía que saldría de esa, era una niña fuerte y el amor que le
tenían sus papas, la ayudarían a superar esa primera dificultad con
la que comenzaba su vida...
Bonita
tarde de primavera para poder celebrar un cumpleaños. La pequeña
Hope estaba preciosa con esas preciosas ondas rubias que adornaban su
cabeza, era una niña dichosa, y ese primer año de vida, pese a
pequeñas secuelas que le habían quedado de su nacimiento prematuro,
había sido muy feliz para los tres.
Todos
reunidos alrededor de la pequeña mientras intentaba soplar su
primera vela, hizo pensar a Nancy en las ironías de la vida, como te
quita cosas por un lado, para después recompensarte...
(*) Hope: Traducción esperanza.
Jopeta que duro y fuerte, pero que bien narrado, me has tenido casi sin respirar, enfadada con la madre al igual que ella consigo misma.
ResponderEliminarAtrapas con tus historias, independientemente de que este de acuerdo o no el final. Así es la vida, pues me metí en el papel de la protagonista y no me lo hubiera merecido.
Besos muchos y calidos ♥♥♥
muchas gracias por tus comentarios, siempre me complacen, los finales en ocasiones son como la vida misma, no siempre nos complacen. Abrazos y besos muy grandes!!!!
ResponderEliminarPor cierto, que estoy abierta a las críticas también, siempre son constructivas. Buenas noches, besossssssss!!!!
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