Durante
toda mi infancia había sido privada de la mayoría de cosas que
tenían el resto de las niñas. Solo se me permitió tener una muñeca
y un osito de peluche, lo demás -siempre me decían mis padres- era
vicio. Mi pelo largo siempre debería estar sujeto en una coleta o
una trenza, jamás suelto.
Mis
vestidos eran sencillos, de telas lisas y colores oscuros
confeccionados por mi madre -la manera en que visten las jóvenes
despierta la lujuria de los hombres- les escuchaba decir
continuamente. Además en casa estaban prohibidos los espejos no era
bueno para mi observar mi cuerpo sobre todo ahora que me estaba
desarrollando. Nunca debería traer amigas a casa, ni relacionarme
demasiado con ellas. Cualquier regla que infringiese, suponía pasar
más o menos horas, según la gravedad de la falta, encerrada en el
sótano, algo que me angustiaba y aterraba mucho.
Mientras
fui pequeña todo me parecía normal, pensaba que todas las familias
eran iguales y dado que estudiaba en un colegio de chicas donde todas
íbamos con uniforme, no me sentí distinta del resto.
Ahora
con diecisiete años, veía a mis amigas con una ligera capa de
maquillaje y planificando fiestas para el fin de semana y me daban
envidia. Ya habían optado por no invitarme a ninguna, dada la
cantidad de negativas que habían recibido hasta el momento. Los
domingos cuando íbamos a la iglesia, -yo con mis vestidos sin forma
que no hacían más que afear mi figura- y veía a mis compañeras
radiantes y felices con bonitos conjuntos modernos y actuales, con el
cabello suelto al aire charlando con los chicos del pueblo al acabar
la ceremonia, hacía crecer en mí el resentimiento y el odio que
sentía por mis padres. Algún domingo lo pasé encerrada en el
sótano por haber mirado “lascivamente” -decían ellos- a algún
muchacho. Hasta los veintiún años no podría mirar a ningún
muchacho, y cuando lo hiciese debería hacerme respetar hasta el
matrimonio, pero ni tan siquiera estaba permitido un roce y mucho
menos un beso.
El
camino de regreso a casa siempre lo hacíamos juntas mi amiga Luisa y
yo, le contaba como era mi vida y ella se horrorizaba. Siempre me
decía que tuviese paciencia, llegaría un día en el que lograría
escapar de esa cárcel. Era buena amiga y muy fiel, nunca había
contando a nadie como era mi día a día. Una tarde de primavera
comenzaron a acompañarnos unos muchachos del instituto mixto del
pueblo. Me causaba terror si mis padres llegaban a enterarse, así
que comenzamos a hacer el recorrido a través del bosque.
Uno
de los jóvenes siempre me miraba atentamente y dirigía sus palabras
cariñosamente hacia a mí. Me daba mucha vergüenza, yo gozaba de
una preciosa melena castaña muy brillante que se ocultaba tras una
fea trenza y aunque tenía unos ojos azules intensos me faltaba el
brillo que en esa edad debería poseer.
Con
el paso de los días me acostumbré a su presencia, incluso echándolo
de menos cuando en alguna ocasión no podía venir. Poco a poco perdí
mi timidez hacia él, llegando a permitirle un beso. Ese día como si
mis padres presintiesen algo, a mi regreso me sentaron en la cocina
atosigándome a preguntas, parecían saber que ya no venía por el
camino, sino que me adentraba por el interior para mi vuelta. Aunque
me excusé diciendo que era un camino más entretenido para nosotras,
no parecieron conformes y me castigaron durante cuatro horas en
aquella oscuridad.
Me
daba igual, no iba a dejar de ver a Carlos, así muriese en el
intento... Nuestra relación fue creciendo y yo quería más...
Quizás por culpa de sus prohibiciones y tabús habían hecho de mí
una joven rabiosa de la vida, ansiosa por probarlo todo y entregarme
cuanto antes a un hombre.
Acordamos
que el viernes por la tarde con la disculpa de que tenía que ir a
hacer un trabajo a casa de Luisa, nos quedaríamos un rato en la
cabaña abandonada que había en el interior del bosque. Luisa
cubriría mis espaldas.
Era
la primera vez que estábamos a solas, me sentía tímida pero
segura, con él me hallaba muy a gusto. Comenzamos a besarnos cada
vez con más intensidad, sus manos comenzaron a tocarme primero
tímidamente y al ver que yo no ofrecía resistencia, desabrochó mi
blusa y deslizó sus manos para sobar mis duros y firmes pechos.
Sentía su excitación y estaba comenzando a asustarme, ¿y si papá
y mamá tenían razón y los hombres solo pensaban en eso? Su mano se
guió ahora hacia mi muslo, subiendo lentamente por debajo de mi
falda sin dejar de besarme, sus gemidos iban subiendo en intensidad y
cuando iba a tocarme mi sexo, vinieron a mi cabeza los discursos de
mis padres sobre lo pecaminoso e impío que era el acto sexual.
Salí
corriendo de allí como una loca, Carlos me llamaba pero ni miré
hacia atrás. Llegué a junto de mi amiga que me estaba esperando a
la entrada del bosque, colorada y avergonzada, lo cual causo risa en
mi amiga.
Al
día siguiente acepté a hablar con él, me sentía abochornada por
la situación del día anterior. Me pidió perdón muy galantemente
haciéndome sentir mejor y sugiriendo ir más despacio, por nada del
mundo pretendía perderme.
Pasaron
los meses de encuentros fugaces donde no pasó nada, pero cada vez
estábamos más unidos y compenetrados. Quedaban pocos días para mis
dieciocho años y habíamos decidido que ese sería el gran día, yo
ya estaba preparada.
El
encuentro fue mágico, maravilloso y muy intenso, los jadeos vibraban
por la vieja cabaña y tenía la sensación de que la magnitud de
sensaciones que se estaban viviendo allí, podrían causar el
derrumbe de la misma. Cuando acabamos, nos quedamos un rato acostados
sobre la manta que Carlos había llevado, prometiendo nuestro amor
para siempre.
Esa
noche abandoné el hogar de mis padres, nunca había sido el mío. Mi
amiga Luisa y sus padres, conscientes de mi situación en casa, me
acogían en la suya. Seguiría estudiando y en cuanto Carlos acabase
la universidad y encontrase trabajo, nos casaríamos. La infancia de
mi vida nunca podría recuperarla, pero aun era joven y me quedaba
mucho por vivir.
Una preciosa historia, Ana ^^
ResponderEliminarMuchas gracias Lorena, me alegra mucho que te haya gustado. Un beso grande.
ResponderEliminarde do don eres me gustaría concerté
Eliminarquiero conocerte me gusto mucho tu relato y me gustaria q me contaras mas intimo
EliminarAna te platicare algo bueno Hola Mi Nombre es Joana y tengo 16 años y mi novio me pide que tenga relaciones Sexuales con el yo le respondí que si pero aún no me siento tan segura de querer hacerlo.....
EliminarAveces me pongo a pensar y Si cuando lo este haciendo me va a doler ...?
La verdad no me siento preparada...
Tu que consejo me darias?
Gracias por tu atención Ana��
HOLA ANITA ES LO MEJOR QUE TE VA A PASAR EN LA VIDA NO TENGAS MIEDO DE VIVIR NUEVAS EXPERIENCIAS UN BESO
Eliminarhe esrito y no ha salido, favor evisar que ha pasado, geracias
ResponderEliminarAntes escribí lo siguiente: es una anecdota o es una vivencia, lo que me ha quedado claro son los sentires de la narradora, lo que me quedo sin entender es si esa experiencia le ha de servir o le sirvió para la felicidad de su vida, como son los deseos de todos los mortales. Mis felicitaciones, sigue escribiendo es TU DESTINO, Hasta la próxima.
ResponderEliminarMuchas gracias Roberto, al ser un relato, en muchos de ellos dejo el final dispuesto para la imaginación del lector. Un saludo afectuoso.
EliminarYo entiendo la decisión de la protagonista como una liberación, el encuentro con el chico, con la vida, fue la confirmación de que podía navegar sola y que era hora de soltar amarras con unos padres posesivos que le impedían desarrollar su naturaleza. Los hijos han de vivir sus vidas, no nos pertenecen, no se les puede obligar a ser como nosotros, a hacer lo que hacemos nosotros o a pensar como nosotros. No sirve de nada.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Alfonso. No debemos caer en el error de querer llevar a nuestros hijos por donde nosotros queremos, nuestro deber es cuidarlos y aconsejarlos, ellos son después los que deben decidir sobre su futuro.
ResponderEliminarM gustaría tener una relación con tigo
EliminarUna lastima tener unos padres tan cerrados de mente aunque supongo que creian que lo hacian por tu bien
ResponderEliminarQ rico tener una aventura así seria fenomenal m gustaría encontrar a una chica q m de placer
ResponderEliminarFue muy rapido en la intimidad
ResponderEliminarMe gusta mucho como escribes y te animo a seguir haciéndolo. Tras muchos años escribiendo, he publicado mi primera novela y creo que ha merecido la pena la espera...
ResponderEliminarwww.mayodel68al78.com
Una muy emocionante historia. ¿que edad tienes actualmente?
ResponderEliminarHola yo no tuve niñes. Ni adolecencia por aver nacido en una familia concervadora tanto daño que causan ese tipo de familia ya que uno pierde tantas vivencias ahora soy timido.serio .solo vivo pensando en sexo pero como que tengo un trauma me cuesta conseguir una novia.mecuesta .hablarle.conquiscarla.tantas cosas que le meten en la cabeza que uno sequeda con eso aun no he tenido sexo quizas alsaber que putos y putas fueron en su vida que no le dejaron y arruinan las vidas de muchos y muchas.
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