Había encontrado en su trabajo, un desahogo para su vida. Se sentía sola y desamparada, sumamente perdida en un mundo que ahora parecía que no le pertenecía... Después de doce años con Pedro, no entendía que le podía haber pasado, no había notado nada que le hiciese pensar que la relación que mantenían estaba muerta para él...
Le pidió distancia, se sentía agobiado ¿agobiado de qué? se preguntó una y mil veces... Ella no era acaparadora, ni controladora, todo lo contrario, quizá pecaba de ser bastante permisiva... Pero él se había ido, dejando a su paso, un corazón destrozado y a una joven llena de pena que veía escaparse su futuro sin poder hacer nada...
Solo en su trabajo parecía ser ella, la encantadora Lucía de siempre, quizás porqué allí, era el único sitio donde él no había estampado su huella. Todo lo demás le recordaba a él, a sus momentos, a su amor...
Aquella mañana, había llamado a la nueva empresa de transportes con la que habían comenzado a trabajar, deberían venir a buscar unos manuscritos para llevar a la imprenta. Estaba absorta con el ordenador, repasando unos escritos, cuando alguien se acercó al mostrador sobresaltándola.
- ¡Buenos días!, soy de Servigraf, vengo a recoger un paquete -dijo una voz atractiva y melodiosa- un aroma intenso a bálsamo masculino penetró en ella, embriagándola, giró la cabeza para descubrir a un joven alto y de complexión atlética, llevaba un casco puesto, así que no acertó a descubrir lo que se escondía detrás. Le entregó el gran sobre y después de firmar el recibo, observó lascivamente como salía de la oficina, parándose especialmente en el bello trasero que adornaba aquella figura...
- ¡Lucía! ¿Qué haces? -dijo entre risas su compañera Paula, sacándola de su momento de ensoñación- Muy buena anatomía -dijo Paula sin parar de reír- pero... ¿su rostro es igual de hermoso? -preguntó-.
- ¡Oh Paula! no sabía que estabas ahí... -respondió ruborizada- no lo se, no se sacó el casco- dijo mientras intentaba parecer ocupada organizando unos papeles, intentando restar importancia al episodio.
- La próxima vez que vuelva, avísame por favor -dijo guiñándole un ojo mientras desaparecía por detrás de la puerta de la sala de archivos.
Pasó el resto del día, sin poder sacarse al joven de rostro misterioso de su cabeza... Intentó una y mil veces sacarlo de su mente, pero cuanto más quería evitarlo, más presente parecía estar... Solo hacía dos meses que Pedro había roto con ella, y lo último que quería, era la presencia de un hombre en su vida...
Pero las cosas pasan porque sí, no porque uno quiera o lo niegue. Cada vez que el joven volvía por la oficina, era una visita rápida, sin apenas un cruce de palabras, se desesperaba por poder descubrir su rosto, pero él siempre apurado, jamás se quitaba el casco, con seguridad, para no perder tiempo...
Se volvió obsesión... estaba segura... no podía evitar fijarse en todos los motoristas que encontraba en su trayecto de casa al trabajo o a la inversa, o cuando quedaba con alguna amiga... Esperaba poder reconocerlo fuera del entorno al que estaba acostumbrada. Soñaba con él, pero nunca a cara descubierta. Ese misterioso rostro, la había cautivado, llenando su vacío corazón de sentimientos que la hacían flotar en un cúmulo de felicidad y tristeza, sin saber que es lo que pesaba más...
Pero un día, él no apareció a recoger, ni tampoco al siguiente... Tampoco preguntó, dejó que pasasen los días mientras ansiaba esa visita que jamás se produjo...
Pese a todo, supo que estaba viva, que su corazón seguía latiendo vital y que estaba preparada para una nueva oportunidad. Que después de un final, llega un nuevo principio, y que ahí fuera, sin duda, se encontraba él... Un hombre que llegaría a su vida para amarla y hacerla feliz para siempre... Solo el tiempo cuando lo considerase oportuno, se lo traería a su vida... Y allí estaría ella, esperando ansiosa su llegada...
- ¡Buenos días!, soy de Servigraf, vengo a recoger un paquete -dijo una voz atractiva y melodiosa- un aroma intenso a bálsamo masculino penetró en ella, embriagándola, giró la cabeza para descubrir a un joven alto y de complexión atlética, llevaba un casco puesto, así que no acertó a descubrir lo que se escondía detrás. Le entregó el gran sobre y después de firmar el recibo, observó lascivamente como salía de la oficina, parándose especialmente en el bello trasero que adornaba aquella figura...
- ¡Lucía! ¿Qué haces? -dijo entre risas su compañera Paula, sacándola de su momento de ensoñación- Muy buena anatomía -dijo Paula sin parar de reír- pero... ¿su rostro es igual de hermoso? -preguntó-.
- ¡Oh Paula! no sabía que estabas ahí... -respondió ruborizada- no lo se, no se sacó el casco- dijo mientras intentaba parecer ocupada organizando unos papeles, intentando restar importancia al episodio.
- La próxima vez que vuelva, avísame por favor -dijo guiñándole un ojo mientras desaparecía por detrás de la puerta de la sala de archivos.
Pasó el resto del día, sin poder sacarse al joven de rostro misterioso de su cabeza... Intentó una y mil veces sacarlo de su mente, pero cuanto más quería evitarlo, más presente parecía estar... Solo hacía dos meses que Pedro había roto con ella, y lo último que quería, era la presencia de un hombre en su vida...
Pero las cosas pasan porque sí, no porque uno quiera o lo niegue. Cada vez que el joven volvía por la oficina, era una visita rápida, sin apenas un cruce de palabras, se desesperaba por poder descubrir su rosto, pero él siempre apurado, jamás se quitaba el casco, con seguridad, para no perder tiempo...
Se volvió obsesión... estaba segura... no podía evitar fijarse en todos los motoristas que encontraba en su trayecto de casa al trabajo o a la inversa, o cuando quedaba con alguna amiga... Esperaba poder reconocerlo fuera del entorno al que estaba acostumbrada. Soñaba con él, pero nunca a cara descubierta. Ese misterioso rostro, la había cautivado, llenando su vacío corazón de sentimientos que la hacían flotar en un cúmulo de felicidad y tristeza, sin saber que es lo que pesaba más...
Pero un día, él no apareció a recoger, ni tampoco al siguiente... Tampoco preguntó, dejó que pasasen los días mientras ansiaba esa visita que jamás se produjo...
Pese a todo, supo que estaba viva, que su corazón seguía latiendo vital y que estaba preparada para una nueva oportunidad. Que después de un final, llega un nuevo principio, y que ahí fuera, sin duda, se encontraba él... Un hombre que llegaría a su vida para amarla y hacerla feliz para siempre... Solo el tiempo cuando lo considerase oportuno, se lo traería a su vida... Y allí estaría ella, esperando ansiosa su llegada...