domingo, 24 de noviembre de 2013

Pequeño relato sentimental en foto.


"ASESINA LETAL"

Probablemente, la muerte de mi padre fue el desencadenante de toda esta historia, bueno, probablemente no, realmente ha sido eso. Era algo que sabía que jamás superaría, estaba muy unida a él y todavía lo necesitaba demasiado. Su marcha nos dejó desolados, mamá se había quedado tan sola y tan abatida que supe que jamás sería la misma.

Papá era muy joven todavía, no tenía más que cuarenta y cinco años y toda una vida por delante. Era policía, llevaba desde los veinte años en el cuerpo y una fatalidad intencionada hizo que aquella noche se encontrase con la muerte.

Volvía a casa después de haber acabado el turno de tarde. Cuando se dirigía hacia su coche en el aparcamiento, una pandilla lo asaltó golpeándolo brutalmente hasta su muerte. Una pareja de ancianos que pasaba por allí, lo vio todo sin poder hacer nada para impedirlo, eran demasiados; Escondidos avisaron enseguida a la policía, pero para cuando llegaron aunque fue a los pocos minutos, ya no había nadie allí, salvo el cuerpo sin vida de mi padre.

Comencé entonces una cruzada por mi cuenta. Trabajaba también en la policía, era novata ya que no llevaba más que unos meses en el cuerpo, tenía diecinueve años y en ese momento era la chica más joven del cuerpo, pero había tenido un gran maestro y sabía como moverme y manejarme, conocía el funcionamiento y como evitar dejar pistas. Era buena y todavía sería mejor, aunque una parte de mi se iba al otro bando de manera temporal, pero por mera limpieza, nada más... La ley protegía en muchos casos a estos tipos de pandillas, la mayoría bien organizada y casi siempre parecían tener coartada, ya que entre ellos se protegían.

Lo había meditado todo muy bien, poco a poco me iría deshaciendo de todas las pandillas de la ciudad, hasta que no quedase ni una. Eran los mayores culpables de la delincuencia de la ciudad y ganaríamos en seguridad una vez acabase con todas.

No tenía miedo, había comenzado mi formación en artes marciales a los tres años, era rápida y hábil, y aunque era menuda, gracias a mi gran forma física, resultaba una rival complicada por lo escurridiza que era. No sabía si papá estaría contento con mi decisión, pero era algo que debía de hacer, lo que no vale se desperdicia y se tira ¿no? pues no iba más que a poner un poco de orden y limpieza en la ciudad, solo eso.

No tuve dificultades para acceder a los expedientes de las distintas pandillas registradas por sus antecedentes en nuestros ordenadores. Recabé toda la información posible en pocos días, la ansiedad me podía y tenía que empezar cuanto antes.

Tenía direcciones aunque sabía como encontrarlos igualmente. Y aquel martes comencé, escogí una pandilla asiática que tenían su sede muy cerca de donde yo vivía. Iba a ser un trabajo fácil y limpio, no me iba a complicar y de una tacada acabaría con unos cuantos miembros de golpe. Salí de casa a las tres de la madrugada y me dirigí en mi coche hacia el barrio donde tenían su casa, su punto de encuentro... No había nadie por la calle y en la casa estaban todas las luces apagadas, dada la hora estarían todos durmiendo. Saqué unos bidones de gasolina del maletero de mi coche y comencé a rociar todo el exterior de la casa. No quería que hubiese salida posible de aquel infierno que iba a causar. Encendí una cerilla y la dejé caer mientras el fuego comenzaba a sucederse con rapidez. Solo me quedé unos segundos, recreándome en aquel asesinato múltiple que me hacía sentir tan bien.

La venganza había comenzado y las noticias de la mañana, no podían haber sido mejores. Cuando llegué a comisaria había un gran revuelo, al parecer doce miembros de una pandilla habían resultado asesinados en su casa, a la que habían prendido fuego. Se suponía que había sido un ajuste de cuentas entre pandillas, así que aunque se había abierto una investigación, supuse que no tardarían en archivar el caso.

No podía esperar a seguir con mi cruzada particular. Esa misma noche volví a salir con el mismo modus operandi, en esta ocasión el resultado fue mejor, además había escogido una de las peores, era multiracial y en ella se encontraban los jóvenes más agresivos y sin escrúpulos de la localidad. Habían organizado una fiesta por lo que allí dentro estaban casi todos los miembros con sus novias, lo sentía por ellas, pero iba todo en el lote. En total, treinta y una víctimas. En comisaria comenzaban a sospechar que algo raro estaba pasando.

Repetí esta operación cinco veces más, con buenos resultados. Miembros de distintas pandillas, habían acudido a la policía con el fin de solicitar protección. Estaban asustados y preocupados, mal sabían ellos que su verdugo y su fin, lo tenían muy cerca...

Debería cambiar de táctica, además quería darme el gusto de que me viesen cuando los fuese a matar. Eso sería una gran satisfacción para mi.

Comencé a frecuentar los distintos barrios donde estaban ubicadas este tipo de pandillas, con la idea de ver sus movimientos para encontrar el modo de sorprenderlos y conseguir mi objetivo.

Me vestí para la ocasión, de manera sensual y atrevida para no crear sospechas en ellos. Sorprendí a dos hispanos en un callejón, y haciéndome la encontradiza con ellos me mostré seductora cautivándolos de manera fácil, y mientras tonteaban conmigo, saqué con rapidez un revolver sin registrar y les disparé directamente a la frente con mucha rapidez, no tuvieron tiempo de reaccionar mientras en esos pocos segundos su cara se mudó a  una expresión de terror. Recogí los cartuchos del suelo, y me marché complacida.

En un mes había fulminado a casi todos los miembros de las distintas pandillas de la ciudad. Ahora me lo iba a tomar con calma, pocos quedaban y ya tendría la ocasión de liquidarlos igual que al resto. Mis compañeros no tenían pistas ni pruebas, y lo que menos sospechaban era que una de ellos se había encargado de tan noble causa.

Mi padre estaba vengado, y la ciudad había  ganado en tranquilidad. Al final la muerte de mi padre, había servido para algo...