sábado, 14 de septiembre de 2013

"INMORTALIDAD"

El día en el trabajo había sido muy duro. Presupuestos urgentes, el teléfono que no paraba y el jefe de mal humor.

Menos mal que era viernes, pensarlo me hacía liberar esa sensación de estrés que tenía dentro de mí. Necesitaba relajarme y algo que lo conseguía era caminar, así que decidí ir andando hacia casa.

Esa noche había quedado con mis amigas Patri, Laura y Pili, nos acercaríamos a la nueva discoteca que se inauguraba esa noche en las afueras de la ciudad. Así que después de cenar algo comencé a prepararme. Escogí para esa noche una minifalda negra que se ceñía sobre mí como una segunda piel y un top con forma de mariposa en la parte delantera, con la espalda totalmente descubierta salvo por las cintas que lo sujetaban.

A las doce puntuales estaban mis amigas recogiéndome. Acordamos ir directamente hacia allí, suponíamos que más tarde se formaría una gran cola para entrar y cabría la posibilidad de que quedásemos fuera.

Cuando llegamos, acababan de abrir las puertas y no había apenas gente. Era extremadamente grande, constaba de tres plantas con una gran pista de baile en cada una de ellas.

Decidimos quedar un rato en la planta principal donde sonaba música dance con gran volumen. Nos acercamos a la barra y pedimos unos combinados, demasiado temprano para ir a la pista a bailar, aún no había mucha gente.

Junto a la barra, había una puerta que ponía “dirección”, me supuse que ahí tendría su oficina el dueño del local. La puerta se abrió y salió un chico joven, muy atractivo, su camiseta ceñida dejaba entrever sus músculos marcados. Se acercó a la barra y pidió una cerveza, no podía dejar de mirarlo, una fuerza invisible me obligaba a fijar mi atención en él. Mientras mis amigas charlaban y reían divertidas ajenas a mí en ese momento.

Me sorprendió mirándolo y turbada esquivé su mirada retomando la conversación con mis amigas. Patri me estaba mirando seria, dándose cuenta de la situación que yo acababa de vivir.

Sentía la mirada de él y me estremecí. Nunca había sentido nada parecido, una atracción convulsiva esta haciendo acopio de mi, recorriendo mi cuerpo y mi mente. Patri me agarró por un brazo y me pidió que la acompañase al aseo.
  • Nerea cielo, olvídate de ese hombre, tiene mala reputación, no es para ti -mi amiga parecía realmente preocupada-
  • ¿Por qué me dices eso Patri? No ha pasado nada.
  • No ha pasado nada ahora -dijo enfadada- pero podría pasar, mantente alejada de él, he escuchado cosas no muy agradables.
  • ¿Quién es él? -pregunté curiosa-
  • Es el dueño del local como te habrás dado cuenta, pero nadie lo conoce realmente, no tiene familia, no tiene amigos... se rodea siempre de bellas mujeres pero sin quedarse con ninguna. Las usa a su antojo y después las abandona. No te mezcles con él, he visto como lo mirabas y no me gustó, te puede hacer mucho daño Nerea.

Asentí confundida, la gente tenía la mala costumbre de hablar mucho, personalmente nunca me he dejado llevar por lo que opinen los demás, me guío por mi propio criterio.

Volvimos a la barra, el seguía allí observándome, me intimidó su sola presencia. La pista ya estaba aglomerada de gente, jóvenes dejándose llevar por la música disfrutando de la noche. Nos dirigimos hacia allí, el seguía en el mismo sitio mirándome lascivamente -intuí- y encontrado un buen hueco comenzamos a bailar, podríamos pasar toda la noche bailando sin aburrirnos.

La música entraba por mis oídos atravesando mi cuerpo llevándome a otra dimensión. Me sentía extrañamente excitada, como en estado de trance. De repente lo tenía a mi lado clavándome sus bellos ojos de color indeterminado. Mis amigas seguían bailando a mi lado sin reparar en la presencia del joven.

Sentí como sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo, llevándome a un estado de impaciente fogosidad que no conocía en mí. Cerré los ojos dejándome llevar, sentí cosas que jamás había experimentado mientras susurraba en mi oído bellas y amorosas palabras.

No sé que pasó, en un momento sin que yo fuese realmente consciente de como había sido, me estaba guiando en medio de la gente, dirigiéndome hacia su despacho, cerrando con llave y acomodándome en un gran sofá de color blanco de tela aterciopelada situado en un lado del cuarto.
  • Tú eres la elegida -dijo mirándome a los ojos- he tardado muchos años en encontrarte, pero por fin estás aquí y ya nada ni nadie podrá separarnos.

Mi estado era como de embriaguez, pensé que estaba loco por las cosas que me decía, pero al mismo tiempo me sentía complacida y deseosa de que me tomase.

Hicimos el amor de la manera más brutal y dulce que jamás hubiese imaginado, llegando al éxtasis tantas veces que pensé que podría desmayarme.

Cuando acabamos, quedamos un instante abrazados en silencio, me miraba con ternura y sus besos me elevaban hacia otra dimensión.
  • Ha llegado el momento -dijo rompiendo el silencio-
  • ¿El momento de qué? -pregunté extrañada-
  • De tu conversión -su boca recorría mi cuerpo elevándome otra vez el nivel de excitación- Relájate, solo dolerá un momento.

Me sentía aturdida y confundida ¿de qué estaba hablando? No me dio tiempo a reaccionar, se subió sobre mí llevando su boca hacia mi yugular sorbiendo mi sangre. Ahora lo entendía.

Sentí un dolor agudo indescriptible, la vida se me iba y no podía hacer nada por evitarlo. Cuando pensé que llegaba el final, se volvió a acostar a mi lado sin dejar de acariciarme.
  • Tranquila mi reina, enseguida pasará el dolor y te sentirás muy bien.

Quedé traspuesta unos minutos, cuando volví en mí él me miraba amorosamente. Me sentía bien, muy bien, llena de vitalidad sintiendo todo lo que tenía por delante. Me había regalado la inmortalidad a su lado, y creí conocerlo... tal vez en otra vida, pero era mi amor verdadero.

Todo ésto tenía un precio, pero no me importaba. Debería apartarme de mi entorno y de toda mi gente. Nos trasladaríamos a otra ciudad donde nadie me conociese. Tenía negocios por todas partes y a personas como nosotros que se los gestionaban.

Toda una nueva vida por delante, con la persona que siempre deseé tener a mi lado.


viernes, 13 de septiembre de 2013

EL VIAJE DEFINITIVO

Solo habían pasado tres meses desde su boda, y en dos semanas Pedro debería volver a embarcar hacia los mares del norte. Serían seis meses fuera de casa, cuando regresase aún quedarían dos meses para el nacimiento de su primer hijo.
Le había prometido a su mujer que sería el último viaje, buscaría un trabajo estable en la ciudad, para no separarse jamás de su familia.

Y llegó el día, la dulce Marisa llevaba llorando desde días atrás, no conseguía asimilar la partida inminente de su esposo. Después de besos y abrazos tiernos y desesperados, Pedro consiguió tranquilizar lo suficiente a su esposa, como para desprenderse de sus brazos.

Subió a bordo del pesquero y no pudo evitar sentir intranquilidad por Marisa, ahora estaba embarazada y era el doble de frágil de lo habitual. Situado a babor, lanzó un último beso a su esposa y se adentró en el interior del barco, no soportaba verla en ese estado. Sabía que sus suegros y sus padres cuidarían de ella, que no la dejarían sola, y eso calmaba un poco su preocupación.

Pasaron los meses, Marisa sufría tanto por la separación de su esposo, que no estaba llevando bien el embarazo, apenas cogía peso y le habían dado reposo total, lo que le causaba mucha ansiedad.

Faltaba una semana para que él regresase. Marisa parecía haber revivido, tenía mejor color incluso había cogido algo de peso, quería estar radiante para la vuelta de su marido.

Por la tarde, alguien llamó a la puerta, Marisa estaba descansando en su habitación, así que su madre abrió, después de avisar a su marido y mantener una pequeña conversación con alguien, se dirigieron juntos al encuentro de su hija.

Había ocurrido un grave accidente, el barco pesquero se había encontrado de camino con una gran tormenta que había hundido el mismo... no había supervivientes...

Marisa sintió como se le hundía la vida... sintió a su bebe encongerse en su vientre y pensó que quizá no era más que una pesadilla...

Una semana después, tuvieron que ingresarla en el hospital para poder tratar esa depresión tan profunda en la que se hallaba sumida, que no la dejaba comer, ni tan siquiera vivir... Ya estaba de ocho meses y la vida del bebe corría peligro debido al estado en el que se encontraba. Así que programaron una cesárea, ella se hallaba muy débil para soportar un parto natural, aunque tampoco fue buena idea, después de ver y tocar a su hija, Marisa partió para encontrarse con su esposo.

Esa misma tarde, una llamada de teléfono anunciaba la llegada de Pedro, un pequeño barco de recreo lo había encontrado inconsciente encima de unas maderas.

Cuando volvió a casa y cogió a su pequeña hija en brazos, lloró tanto y tan amargamente que pensó que se volvería loco.

Que cruel puede llegar a ser la vida -pensó- solo tenía que haber aguantado un poco más y estaríamos juntos... Y se dijo a si mismo, que si su bella esposa había soportado hasta dar a luz a su hija, lo menos que él podía hacer, era seguir adelante por la “pequeña Marisa”.

"LA NOCHE DEL NACIMIENTO"

El limpiaparabrisas no daba abasto a sacar el agua acumulada en el cristal, era una noche especialmente lluviosa y fría. Regresaba de una reunión de negocios en la ciudad y se hallaba agotado por eso había cogido una ruta alternativa llena de curvas y solitaria, pero mucho más corta para llegar a casa.

Como imaginaba, dada la hora que era y el mal tiempo, al adentrarse en esta carretera secundaria en zona boscosa, se encontró solo, por haber ni tan siquiera una triste farola que iluminase un poco la carretera.

Acordó enviar un mensaje a través del móvil a un amigo, con la idea de quedar a su llegada para tomar una cerveza, necesitaba desconectar un rato antes de ir a casa a dormir.

Distraído con el móvil, al salir de una curva no reparó en un peatón que iba en el mismo sentido de la marcha que él por el arcén del lado izquierdo, ni pareció notar que el coche se desviaba de su trayectoria dirigiéndose hacia la persona que iba caminando.

Cuando se dió cuenta, ya lo tenía delante y nada pudo hacer para evitar el atropello. Bajó del coche apresurado y temeroso, se acercó al herido, deseaba que su mente le hubiese jugado una mala pasada y no fuese más que algún animal. Pero no... Era un hombre de unos sesenta años y para su desesperación, estaba muerto.

¿Qué podría hacer ahora? ¡No quería ir a la cárcel! Y no lo dudó...

Adentró su coche entre la espesa vegetación, en una zona más o menos llana. Lo dejó aparcado entre unos árboles cubriéndolo un poco con algo de maleza. Si algún coche pasaba por allí, no sería visible.

Avanzó con el cuerpo en sus brazos a través del oscuro y tupido bosque. El muerto pesaba terriblemente, se hallaba desfallecido. Llevaba bastante rato caminando, cuando descubrió un agujero, seguramente hecho por algún animal, eso le serviría, pero necesitaba agrandarlo un poco más... Recordó un pequeño cubo que llevaba siempre en el maletero de su utilitario, que usaba para almacenar productos de limpieza para su coche.

Ayudado con el cubo, consiguió engrandecer lo suficiente el hoyo como para poder introducir el cuerpo sin vida. Y ahí lo dejó enterrado.

Pasó un año sin que nada se supiese, nadie había denunciado la desaparición de un ser querido o amigo, con tal descripción, ni tampoco se había descubierto nada extraño en aquel bosque. Era algo que vivía con él, pero extrañamente no lo atormentaba.

Una noche similar a aquella, con muchísima humedad pero más tibia, se hallaba circulando por una carretera similar a la que había marcado su vida.

A lo lejos le pareció vislumbrar a una persona, y algo se forjó en su cabeza. Irremediablemente enfiló su coche hacia ella, esta vez era una joven que parecía estar haciendo footing, y la atropelló mortalmente, volviendo a revivir el episodio pasado.

Y se sintió bien. Ahora sabía lo que tenía que hacer, era algo que le hacía sentir pletórico y entusiasmado, se sentía importante, “con poder”... el poder de la vida y la muerte recaía sobre él, y eso lo complacía de manera colosal.



Había nacido un nuevo hombre, despertó en él “un asesino”...

jueves, 12 de septiembre de 2013

"LA BROMA"

Este fin de semana Susana y Bianca vendrían a dormir a mi casa, todo parecía entrever que seriamos tres chicas, pero no, también vendría Sony, solo que Susana no lo sabría. Susana era un tanto inocente, bastante sosa y muy callada, pero era nuestra amiga.

Después de cenar, ya las tres reunidas en mi habitación con los pijamas puestos, Bianca empezó a contar una historia que circulaba por el colegio. Se decía que veinte años atrás, allí había muerto misteriosamente una niña llamada Verónica, y que si se pronunciaba su nombre tres veces delante de un espejo después de las doce, muy probablemente aparecería su espíritu para arrancarte la vida y llevarte con ella para toda la eternidad.

Susana observaba a Bianca, con los ojos muy grandes, sabíamos que era muy temerosa, y eso nos azuzaba para seguir adelante con la broma. A la hora indicada, nos pusimos delante del espejo para pronunciar su nombre las tres veces reglamentarias. No podía evitar dejar de mirar a Susana, se veía realmente asustada.
-no pasa nada Susana, ¿lo ves? -le dije- anda, vámonos a la cama y dejemos estas tonterías infantiles.

Ahora comenzaba la broma; nos acostamos, tanto Bianca como yo nos hicimos las dormidas enseguida. Al poco, sentimos como se abría la puerta de la habitación y una figura con forma de niña con el pelo largo y alborotado entraba, estaba todo muy oscuro así que no se distinguía a nuestra amiga Sony disfrazada. -Susana, Susana, he venido para llevarte conmigo -dijo Sony con una voz que apenas era un susurro- A continuación se escuchó un sonido como un gorjeo, Sony encendió la luz, y las tres miramos horrorizadas a nuestra amiga Susana, una expresión terrorífica marcaba su cara...

La habíamos matado, se había muerto de miedo...



"EL REGRESO"

Mañana sería un gran día, el día más esperado de toda mi vida. Es curioso como la vida en ocasiones, te desvía del camino que llevabas tan felizmente, guiándote hacia un destino que no termina de complacerte, para finalmente volver a llevarte hacia tu origen.

Tenía ocho años cuando mis padres y yo tuvimos que hacer las maletas y escapar a otra tierra a labrarnos un futuro. Una mala gestión por parte de mi padre, nos había llevado a la ruina, perdiendo todo lo que habíamos conseguido hasta el momento.

Vivíamos en un pequeño pueblo de pescadores y recordaba con añoranza los baños en la playa con mis amigos, los días de colegio, y las fiestas de Navidad con la familia. Pero lo que más melancolía me causaba, era una niña dos años más pequeña que yo, pecosa y casi siempre con coletas. No era habitual en la pandilla, pero sólo Dios sabe la razón de aquella nostalgia hacia ella.

Y llegó el día, embarcamos desde Alemania con destino a Santiago de Compostela, no me gustaba viajar en avión, pero nunca desee tanto el estar subido en este aparato. En Santiago ya nos estaban esperando un montón de familiares deseosos de vernos y abrazarnos. Acomodándonos en el coche cogimos destino a Marín, mi tierra.


Estaba todo muy cambiado, pero la casa de mis abuelos parecía seguir igual, ahora sería nuestro hogar. Miré hacia el puerto y ahí estaba ella, creo que la habría reconocido aunque pasasen quince años mas. Esas pecas y ese pelo ahora sin coletas eran inconfundibles. Ella me miró sonriéndome y caminando hacia ella sabía que Dios la había dispuesto para mi.

"EL DESTINO" -Reflexión-

Ha sido cosa del destino”, escucho por un lado y por el otro. Y yo me pregunto ¿existe el destino? ¿Tengo que creer en una supuesta fuerza invisible y desconocida que va a determinar lo que ha de ocurrir? ¿Se encamina una persona de manera inevitable hacia una situación como consecuencia de un encadenamiento de sucesos?

Cada uno de nosotros recibimos lo que buscamos, ni más ni menos, si yo me uno a una pandilla de “malotes”, irremediablemente yo también seré “malota”, pero no ha sido el destino, ha sido mi elección.

Si he decidido estudiar dirección de empresas, casarme y tener un número determinado de hijos, he sido yo la que ha escogido ese camino, y en mí está el que desarrolle mi trabajo, el ser capaz de mantener mi matrimonio con todos los problemas que trae la vida (no el destino) y el llevar a mis hijos por el camino correcto, yo marcaré sin duda su futuro, yo soy la que puedo orientar hacia donde deben encaminar su vida.

Y si pensamos en niños que padecen enfermedades terribles, que son víctimas de abusos de muchas clases y que sufren accidentes irremediables, yo creo que no es el destino, es la vida en sí que está llena de circunstancias injustas.


Como conclusión, destino es la finalidad que se da a una cosa o un lugar hacia el que nos dirigimos, lo demás es pura elección de vida. Lo único cierto es que la muerte es el destino final.

"MADRE"

Fuera estaba todo blanco, la gran nevada caída durante toda la noche había cubierto completamente la ciudad. Los árboles lucían grandiosos en el parque con sus ramas cargadas de nieve.

Atrás quedaba la triste Navidad, este año me graduaría y me sentía dichoso, pues por fin traería conmigo a mi madre.

La melancolía volvía cada vez que recordaba el triste día en que tuvimos que separarnos, en mi cabeza rebotaban los gritos desgarradores de mi madre cuando me arrancaron de sus brazos. La situación económica, siempre pésima en casa, había empeorado desde el día que mi padre falleció.

Pero la suerte estaba conmigo. Me había adoptado una familia cariñosa y adinerada, que puso todos los medios posibles para que me sintiese feliz y me labrase un futuro.


Como guinda final, mi regalo de graduación -además de comenzar a trabajar con mi padre adoptivo en su empresa- sería un piso para que pudiese traer a mi madre biológica a vivir conmigo, me daban la independencia total, ellos sabían lo importante que era eso para mi, y yo siempre lo tendría en cuenta, ellos también eran mis padres, me lo habían demostrado desde el primer día. Y llegué a una conclusión, la vida en ocasiones nos regala malos momentos para lograr un futuro prometedor...

"RENACER"


Hacía treinta y seis horas de la desaparición de nuestra pequeña Carol. No dejaba de culparme ¿por qué había tenido que dejarla sola? No tenía mas que tres años. Tan sólo fue un instante, pero lo suficientemente largo para que arrancasen a mi hija de mi lado. ¿Por qué no la llevé conmigo cuando entré de nuevo en la casa a recoger el móvil olvidado? La dejé desamparada en el jardín...

Recordaba esa mañana, se había despertado con su alegría tan característica, sus manitas se habían alzado para que la aupase, la cogí en mis brazos y llené de besos esas sonrosadas mejillas.

Era un día especial, teníamos que ir al aeropuerto a recoger a sus abuelos paternos que venían de EE.UU. a conocer a su preciosa nieta. Motivos laborales habían impedido esa ocasión hasta este momento.

Escogí su mejor vestido, uno de color rosa de sisas, con puntilla blanca en la falda, adornado con lazos de satén blanco a ambos lados de su cintura, y como complemento, unas sandalias blancas. La peiné colocando un precioso broche con forma de mariposa con brillos sobre su pelo dorado.

Salí de mi ensoñación, Alex mi marido, me abrazaba cariñosamente, no sentía por parte de él ningún tipo de resentimiento, me besaba tiernamente en la frente. Mis suegros también intentaban animarme, se mostraban amorosos y fraternales conmigo.

Un dolor agudo recorría mis entrañas y una mano invisible apretaba mi garganta ahogándome; me sentí desfallecer, pero no podía, tenía que ser fuerte por ella. Me acurruqué mas en los brazos de mi esposo y el me correspondió con un abrazo mucho más intenso, transmitiéndome seguridad.
Mientras, el inspector que llevaba el caso se acercó a la salita, y aunque habíamos dejado la puerta abierta, la golpeó suavemente para hacernos saber que estaba allí.
  • ¿Podría hablar con ustedes un momento? -preguntó con entusiasmo-, hay novedades.
Pegué un salto en el sofá, y me desprendí del tierno abrazo de Alex.
  • ¿Ha aparecido mi pequeña? -pregunté con lágrimas en los ojos-
  • Parece que sí Lucía, una mujer ha entregado en comisaria a una niña que concuerda con la descripción de Carol. Nos ha dicho que sólo hace 2 semanas, perdió a su hija de una triste enfermedad, y que cuando vio a Carol le recordó tanto a la suya fallecida, que no pudo evitar llevársela. Después ya todo es confuso, parece que sintió remordimientos y decidió devolverla.
Comencé a llorar, mucho más que el primer día que la vi, cuando nada más nacer me la colocaron encima. Y cuando entró por la puerta, y corrió hacia mi gritando ¡mami! la alegría que sentí fue la más grandiosa que pude sentir en toda mi vida, la abracé con fuerza y sentí los brazos de Alex rodeándonos a las dos, convirtiéndonos en solo uno.

LA MUSA



Sentía la lluvia repiquetear en mi ventana, aún me preguntaba que hacía allí, no había sido buena idea. 

La soledad me atormentaba y había decidido venir a pasar unos días a la cabaña que tenían mis padres en la montaña, con idea de relajarme e intentar recuperar la inspiración que me había abandonado el mismo día que Clara se había ido de mi lado. Mis ilusiones puestas en ella y en nuestra relación se veían truncadas, yo me sentía como un vagabundo que no sabía donde ir, todo parecía desmoronarse a mi alrededor...

Desde hacía seis meses, el mismo día en que Clara me dejó, no había sido capaz de añadir una letra a mi novela. Yo, el mismo hombre alegre y tenaz lleno de ideas que bullían por mi cabeza buscando escapatoria, me encontraba ahora en un túnel sin salida. Estaba bloqueado, incapaz de dar continuidad a mi trabajo. Mi cabeza siempre había ido más rápido que mis manos, mi editor me felicitaba por la rapidez con la que llegaba a terminar un nuevo libro.

Y ahora el tiempo apremiaba; o acababa ya la novela o tendría que devolver el adelanto que me había dado mi editor; dinero que ya había gastado en alcohol y mujeres y que pensándolo fríamente no me habían satisfecho ni lo mas mínimo.

Mi madre bromeaba diciendo que lo que yo necesitaba era una nueva musa que me trajese de vuelta la inspiración, pero eso era imposible. Clara había dañado de tal forma mi corazón que ya era irrecuperable. Y pensé que realmente me daba igual acabar la novela o no, me resultaba indiferente morir de pena o de inanición.

Pero la vida es muy caprichosa y nunca sabemos lo que tiene reservado para nosotros. A la mañana siguiente me disponía a preparar las maletas para volver a la ciudad, pediría a mis padres que me prestasen el dinero para devolver al editor, me rendía y me sentía cobarde, pero me daba igual.

Alguien llamó a la puerta y si no fuese por la insistencia seguramente no hubiese abierto, lo que menos me apetecía era recibir visitas.

En cuanto abrí la puerta sentí como si entrase en otra dimensión. Allí estaba ella, la mujer mas hermosa que jamás hubiera imaginado conocer. Había sufrido una avería en su coche no muy lejos de la cabaña y necesitaba utilizar el teléfono. Fuera llovía con fuerza y ella estaba calada, así que lo menos que podía hacer era, -además de dejarle usar mi teléfono- ofrecerle un café caliente y algo de ropa para que pudiera cambiarse. Ella se mostró complacida por la invitación y algo me dijo que pronto me volvería la inspiración.

Me la devolvería mi nueva musa...


-PRESENTACION-




En este pequeño espacio, quiero aprovechar para hacer lo que siempre me ha gustado, "escribir" y espero que disfrutéis con cada uno de estos relatos, de igual forma que lo hago yo escribiendo para vosotros. Gracias sinceras a todos los que me seguís. Un abrazo cariñoso.

                        -ANA-