viernes, 1 de noviembre de 2013

-"NAAMAH" LA DIABLA-

Se sentía perdida en un mundo irreal para la mayoría, pero real para los de su especie. Fuera de lugar y confundida, como si su sitio fuese otro y algo la hubiese traído allí por casualidad. No entendía su misión y el cumplir con sus deberes le causaba un gran dolor que ocultaba bajo una falsa máscara de malicia.

De momento, parecía pasar desapercibida para todos, aunque llegaría un día que su existencia le pesase tanto, que sin poder evitarlo se daría finalmente a conocer. Alguien había cometido el error de enviarla allí, y no sabía como podría hacer para salir de aquel lugar que la atormentaba y la llenaba de desdicha.

Era una diabla seductora de nombre Naamah, estaba a una escala inferior a los demonios, que tenían más poder que ella, apenas se relacionaba con ellos, pues sus funciones eran distintas. Debía cada día, visitar humanos y llenar sus mentes de ideas perversas tratando por todos los medios de que hiciesen el mal. No era un trabajo complicado, pero no le agradaba ni lo más mínimo, sobre todo cuando daba con mentes débiles donde su misión era realmente fácil. Lo peor de todo para ella, eran los daños colaterales, cuando por culpa de las percepciones que transmitía a su víctima, resultaban dañados otros humanos, en ocasiones no eran más que niños que sufrían mucho, llegando incluso a veces a fallecer o a perder su entorno familiar, rompiendo su estabilidad mental afectando su futuro de manera irremediable.

Intuía, pues no sabía si sería cierto, que alguna vez había sido humana, pero de lo que si estaba segura era de que no habría sido una mala persona, miles de sentimientos que iban en contra de lo que debería sentir, bullían por su interior creando un caos que la atormentaba; el que la envió a ese lugar endiablado, nunca mejor dicho, debió de haberse confundido y tendría que  encontrar la manera de librarse de aquella tortura que la devoraba por dentro.

No se le ocurría la manera de poder escapar de allí, ya que volaba de dimensión en dimensión, sin perder nunca el enlace con aquel averno. No podía confiar en nadie allí, así que acabó asumiendo su triste eternidad, dejándose llevar por un cúmulo de rabia contenida explotando en un fuego tan intenso, que sus compañeros la miraron extrañados por aquel comportamiento. No había caído en cuenta de la presencia de Abaddon, demonio destructor, era el más peligroso y más violento de todos, temido por el resto. Se acercó despacio mientras ella se ponía en pie con actitud desafiante hacia él, no iba a permitir que la atemorizase.

Si situó delante de Naamah, clavando su mirada vacía y libre de cualquier sentimiento en ella, llevando sus malvados ojos negros por toda su figura, y con un dedo que más parecía una garra, comenzó a acariciar su pecho, recorriendo a continuación su cuerpo mientras daba una vuelta alrededor de ella, hasta que volvió a su posición inicial. Una vez enfrente, con voz profunda y fuerte le dijo:
  • Me complace ese arranque de ira tan fuerte que has tenido, ahora bien, me gustaría saber cuál ha sido el motivo...
Lo miró sin dar muestras de temor, y acercándose como ella sabía, puesto que para eso era una diabla seductora, comenzó a acariciarlo y a rozarse contra él, con la idea de enturbiar su mente y llevarla hacia otro camino, algo que parecía que estaba funcionando, se mostró entusiasmado con la reacción de Naamah, sonriendo lascivamente a la joven diabla.
  • Solo me sentí ofendida cuando un joven diablo rechazó un encuentro conmigo, es la primera vez que me pasa y no consigo entenderlo, ¡me puse furiosa! -mintió dando mucho énfasis a su historia-.
  • Yo tampoco lo entiendo -dijo el demonio babeando por encima de ella-, y comprendo tu cólera, tal vez este ser podría complacer tus deseos para que olvides ese episodio tan lamentable que ha herido tu amor propio -continuó mientras la atraía con fuerza hacia él-.
  • Me encantaría -siguió mintiendo ella, esta vez con miedo a que notase su disgusto por sentir su gran miembro erecto muy pegado a ella, tanto, que le hacía daño- pero ahora tengo que ir a hacer una visita, tal vez a mi regreso podríamos encontrarnos -dijo mientras rogaba que no se sintiese molesto por no acceder a su petición en ese mismo momento-.
  • Lo entiendo, no quisiera que tuvieses problemas por mi culpa, te esperaré en mi aposento, no tardes, estaré ansioso esperando tu llegada, -habló mientras con su lengua recorría el hermoso cuello de Naamah-.
Se retiró sin más, mientras ella tuvo que hacer grandes esfuerzos para controlar las nauseas que le había provocado el asqueroso ser. Ahora si estaba atrapada y en problemas ¿qué podría hacer? Pensó durante un rato, intentando buscar una respuesta, hasta que de repente, se le ocurrió, había tenido su oportunidad siempre muy cerca, ¿cómo no había caído en cuenta?

Se fue a visitar a una de sus víctimas, no tendría que ir hasta más tarde, pero era algo que carecía de importancia, no controlaban los horarios. Si tenía suerte un ángel protector se presentaría en cuanto detectasen su presencia, normalmente no les daban tiempo a aparecer, ya que ejecutaban su acto con rapidez, con la idea de que cuando notasen su actividad, ya fuese demasiado tarde. Hoy sería distinto, esperaría pacientemente a que apareciese, y le pediría ayuda, con seguridad, no se la negaría.

Y así fue, después de un rato apareció, con la forma de un hombre muy atractivo, que la cautivó por completo. Como pudo le explicó su relato conteniendo sus ganas de llorar, hasta que al final, sintiéndose derrotada estalló en un llanto angustioso y desesperado. El joven ángel, con compasión y amor, la envolvió en sus brazos, entendiendo lo que le ocurría, y con dulzura se elevó con ella, llevándola a la máxima dimensión de plena de felicidad y bienestar. Arropándola con sus alas, la hizo sentir por primera vez segura y amparada, mientras se dirigían en busca del ángel superior.

Una vez allí, después de volver a contar su dolorosa historia, confirmaron su sospecha, un error había alterado su destino, enviándola equivocadamente al infierno. La dejaron en compañía del joven ángel, el la ayudaría a superar el daño sufrido, encauzándola en una nueva eternidad llena de paz y plenitud, y de la que ella esperaba, llegase a surgir algo con su nuevo acompañante.




2 comentarios:

  1. Menos mal, me tenías agobiada y de repente zass , diste el giro y abrí los pulmones...
    Te felicito, y en una noche como esta se necesita¡¡¡

    Besos cariñosos ♥♥♥

    ResponderEliminar
  2. jajajajajaja, gracias Tramos, le iba a dar otro final, pero después decidí cambiar, no podía permitir que un error acabase con nuestra Naamah. Besos grandes!!!!

    ResponderEliminar