lunes, 21 de octubre de 2013

"DESEO IRREFRENABLE"

Tenía solo ocho años cuando comencé a pensar en la muerte. Era un tema que me apasionaba y me volvía loco, devorando cuanto libro caía en mis manos sobre ese tema y buscando en internet cualquier información al respecto. El desencadenante pudo haber sido la muerte de mi abuela, a la que estaba muy unido, pues hasta su falta, era la que se encargaba y cuidaba de mi mientras mis padres iban a trabajar.

Ahora que ya no estaba, pasaba mis tardes al regreso del colegio, completamente solo en casa, lo que me dejaba tiempo de sobra para pensar y para localizar cuantos datos pudiese encontrar sobre ese misterio que tanto me entusiasmaba.

No era el sentir la muerte en mis manos al arrebatársela a alguien, no era un psicópata asesino, mi mente no iba por ahí. Lo que me producía tanta curiosidad, era el saber que se sentía y que es lo que pasaba después. ¿Habría algo? ¿existiría el cielo y el infierno? ¿si me muriese podría encontrarme con mi abuelita?

Según pasaban los días, la incertidumbre de saber que era la muerte en realidad, me perseguía de manera obsesiva. Tanto tiempo en soledad no me hacían bien, además, cuando mis padres llegaban del trabajo, volvían tan cansados que no me dedicaban tiempo, acostándome enseguida sin preguntarme cómo me había ido el día o qué tal en el colegio. Después en la cama, fantaseaba con mi muerte haciendo volar mi imaginación viéndome en ese oscuro túnel que todos los que habían vuelto a la vida relataban, haciéndome en mi mente con la bonita y potente luz que había al final.

Una tarde completamente extasiado con la idea, busqué en el despacho de mi padre, un precioso revólver que guardaba en uno de los cajones de la mesa. Lo cogí en mis manos y lo manipulé con cuidado, no estaba cargado, pero en el cajón descubrí una caja con balas. Podría servir, pero pensándolo bien, descarté esa opción, no quería que se sintieran culpables por tener guardada un arma tan cerca de mi.

En multitud de ocasiones me había preguntado si tal vez estaba loco, o si quizás en mi cabeza algo no estaba bien. Nunca me había atrevido a decir nada a mis padres, temía que me ingresasen en un hospital y desde luego, no quería eso. Pensé que lo que fuese que tenía en mi mente, acabaría desapareciendo, pero no estaba siendo así, era consciente de que cada día era peor y esas ansias parecían multiplicarse martirizándome cada nuevo día.

Con total decisión, acordé buscar una manera de morir que fuese limpia y con poco sufrimiento, temía el dolor. Había descartado el arma y el tirarme desde el tejado tampoco era buena idea. Pensé en tomarme un montón de pastillas del bote amarillo que guardaba mi madre en el cajón de la mesilla, pero ¿y si me dolía mucho la barriga antes de morir? También deseché la idea de cortarme las venas de las muñecas, eso debía de hacer mucho daño y además la sangre me mareaba. Me fui a la bañera, con la firme intención de colgarme, había cogido en el desván una cuerda que había quedado allí abandonada después de la mudanza. Atándola a la barra de la cortina de la ducha, podía servirme, pero no fue así, con el peso, la barra se vino abajo, quedando sentado en la bañera, con la cuerda alrededor de mi cuello.

Morir estaba resultando más complicado de lo que pensaba, así que esa noche la pasé en vela buscando la manera más sencilla y menos dolorosa de poder hacerlo, y sin darme cuenta amaneció sin que el sueño hubiese pasado a visitarme.

Había estado cavilando toda la mañana en el colegio, después durante la hora de comedor, incluso cuando iba en el autobús de regreso a casa, sin encontrar la manera perfecta de causarme la muerte. Después de hacer los deberes, me puse a ver un poco la tele, estaban echando un documental sobre la criogenización, y eso, iluminó mi mente.

Decidido, me fui al supermercado a comprar unas cuantas bolsas de hielo. Después de llenar la bañera de agua fría, vacié el total de las bolsas allí dentro. Era una buena idea, así, llegado el caso, podrían revivirme. De esa manera sabría lo que era la muerte pudiendo volver a la vida.

Me introduje vestido, no quería que mi piel estuviese en contacto con aquel hielo, había escuchado que producía quemaduras, no se fuera a dar el caso... Tenía mucho frío, y quizás por eso o por que no había dormido nada la noche pasada, el sueño comenzó a perseguirme sin que pudiera hacer nada por evitarlo. En pocos minutos mi cabeza se había sumergido debajo del agua, inundando mis pulmones...

Cuando abrí los ojos, una luz tenue me envolvía... ¿dónde estaba el túnel? ¿y mi abuelita? En vez de eso, la cara de mi madre se asomó por encima de mi. ¿También estaba mi mamá muerta?
  • Cariño, ¡que susto nos has dado! ¿a qué estabas jugando?
  • ¿Dónde estoy mamá? -pregunté confundido-.
  • ¡En el hospital hijo mío! -contestó mi madre con expresión preocupada, más de la que nunca había visto en ella- suerte que llegué antes del trabajo, pues me sentía mal, y te encontré sumergido en la bañera, mientras llegaban los equipos de emergencia, intenté reanimarte, y cuando ellos llegaron, estabas en parada, gracias a Dios que ellos consiguieron traerte de vuelta, sino, no se que hubiese sido de mi vida... -dijo sollozando-.
En el otro lado estaba papá, también mirándome con preocupación y acariciándome la cabeza me dijo cuanto me quería y lo mal que lo había pasado hasta que le dijeron que estaba fuera de peligro.

La verdad, que morir no había resultado nada interesante, ni luces intensas, ni túneles, ni seres queridos... para eso me había tomado tantas molestias. Bueno, algo había sacado en limpio. Ahora mis padres se preocupaban más por mi, intentando que pasemos más tiempo juntos. Al final, el intentar morirse, había servido de algo...




4 comentarios:

  1. la vida y la muerte, la eterna obsesión de todo ser humano. No queremos morir por el miedo a lo que nos espera después. Básicamente la muerte es una cosa asi como un parto, después de un parto nadie vuelve al utero de su madre, pues la muerte nadie vuelve del nuevo estado para comentarnos como le ha ido. Un saludazo... FRANK VALES

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  2. Cierto amigo, es el enigma más grande para el ser humano. Un abrazo fuerte!!!

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