jueves, 24 de octubre de 2013

"CONSECUENCIAS DEL AYER"

Nuestra vida en Mountain Valley siempre había sido muy humilde, quizá demasiado, siempre llena de carencias, sin embargo nunca me sentí más dichosa que mis primeros años allí.

Papa trabajaba en la mina de carbón y su pequeño salario nos daba para lo justo sin contar con ningún extra. Mamá había quedado muy delicada en su último parto, así que había tenido que dejar su trabajo a media jornada, en el taller de camisas que había en el pueblo.

Yo, puesto que era la mayor, aunque solo tenía doce años cuando nació la pequeña Cathy, tuve que hacerme cargo de mis hermanos y de la casa, mamá pasó varios meses encamada sin poder hacer nada por nosotros. Aunque un tiempo después pareció recuperarse, ya nunca fue la misma, así que yo seguía ayudando todo lo que podía sin descuidar mis estudios, esperaba en el futuro poder sacar la carrera de magisterio y comprar una bonita casa en el pueblo a mis padres.

Cada mañana después de ayudar a mamá con el desayuno, salía con mis hermanos hacia el colegio. Teníamos media hora de trayecto, y en la mayoría de ocasiones tenía que cargar en brazos con Cathy, era su primer año y era un camino largo para unas pequeñas piernecitas. Los gemelos Luke y Sam tenían ya seis años, eran unos niños muy alegres y fuertes, corrían siempre delante nuestra parándose cada vez que encontraban una lagartija o algún insecto.

Los días de invierno se hicieron especialmente duros, los pequeños no llevaban calzado ni ropa adecuada, y Cathy que siempre había sido de salud frágil, faltaba muchos días debido a los frecuentes catarros que cogía.

Por la tarde, después de hacer los deberes, siempre que el tiempo nos dejaba, solíamos bajar a jugar al lago, estaba a cinco minutos de casa y era un lugar de escape para los cuatro, fuera de la vieja y húmeda cabaña. Los gemelos jugaban felices subiéndose a los árboles, mientras Cathy recogía flores para ponerse en el pelo y venía corriendo junto a mí diciéndome: - Mira Eve ¿a qué Cathy está guapa?

Jimmy había estado conmigo en el colegio desde pequeños, siempre habíamos jugado juntos considerándolo uno de mis mejores amigos, pero el último año, algo había cambiado. Comenzó a frecuentar con nosotros las tardes en el lago, jugando con los pequeños mientras yo los observaba embelesada. Era muy bueno y cariñoso con ellos, además tenía una gran paciencia con los gemelos que nunca parecían estar cansados. Cathy se colgaba de él en cuanto lo veía sin dejarlo ni un momento a solas. En ocasiones lo descubrí viendo para mi de manera extraña, lo que me hacía ruborizar.

Comenzó a salirnos también al encuentro en nuestro camino hacia la escuela, y eso que el vivía en el pueblo, lo cuál agradecí, así nos turnábamos para llevar en brazos a Cathy.

Nuestros encuentros comenzaron a ser más frecuentes e intensos, saliendo en alguna ocasión de casa cuando todos dormían, para poder vernos en secreto.

Un amor intenso nos invadía, y aunque en ese momento yo solo tenía quince años, sentía que Jimmy era el amor de mi vida. Siempre había sido una muchacha madura, quizá la vida que me había tocado vivir, había hecho de mí una niña adelantada a mi edad. Me desenvolvía muy bien en todos los quehaceres domésticos llevando perfectamente al día mis tareas escolares.

Mamá comenzó a interrogarme, intuyendo que algún cambio se estaba cursando en mí: - Tienes un brillo encantador en los ojos mi dulce Evelyn -me dijo una mañana- ¿Quizás hay algún pretendiente que a ti te complace? -preguntó-. - No mamá -dije resoplando- no quería hablar con ella de Jimmy, no por ahora.

Pasamos dos años de encuentros furtivos que no habían hecho más que consolidar nuestro amor. Jimmy me había pedido en infinidad de ocasiones el anunciar a todos nuestra bonita relación, no había por que ocultarlo, teníamos una edad en la que no esconderse no tenía sentido, y yo siempre respondía lo mismo: - todavía no Jimmy, un poco más adelante -.

Sé que a él le molestaba, pero algo dentro de mí me decía que en cuanto se supiese, algo lo iba a estropear... Era un presentimiento que me había perseguido desde el primer día, y pese a eso y ante la insistencia de él, acabé cediendo. Que poco equivocada estaba...

En cuanto se lo dije a mis padres, mamá comenzó a llorar y papá levantádose y acercándose a la ventana, me prohibió el volver a verlo.
  • Esa relación no puede continuar -me dijo duramente- No podéis estar juntos.
  • Pero papá, es el amor de mi vida, con él quiero casarme y tener hijos -contesté asustada comenzando a llorar -no entendía nada-.
  • ¡Te he dicho que no puedes estar con él! -me gritó enfadado mientras yo me sobresaltaba, jamás me había hablado así-.
  • Quizás deberías explicárselo -dijo mamá que había parado de llorar- creo que lo que menos merece, es una explicación.
  • ¡Papá!, nos queremos... ¿qué está pasando? ¿por qué no podemos estar juntos?
  • Por qué es tu hermano -me dijo con dureza-.
Todo estalló como la pólvora, haciendo que el mundo se hundiese bajo mis pies, a nuestro alrededor un derrumbe en cadena se iba sucediendo y nuestra bella vida se había convertido en cenizas que jamás deberían volver a revivir. Un muro enorme nos separaba, sin que hubiese posibilidad de echarlo abajo.

Esa noche, cuando nos encontramos secretamente como era habitual, nos abrazamos en silencio rotos por el dolor. Lloramos amargamente, cada lágrima por cada pecado cometido del que nosotros, no éramos culpables.

A Jimmy se lo llevaron muy lejos, a la gran ciudad a casa de unos familiares, querían alejarlo de aquí, alejarlo de mi, y seguramente fue lo más apropiado, pues el vernos cada nuevo día sería una dura tortura.

Días después papá llevándome a pasear hacia el lago, me contó que un año antes de casarse con mamá, tuvo un desliz con una bella mujer, la madre de Jimmy, quedando ella en estado. Pero él no la quería, no como su mujer para compartir toda una vida, y tiempo después ella conoció a un hombre que se hizo cargo de ella y de su hijo.

Mis días en Mountain Valley ya no fueron iguales, me volví retraída y ausente, y mi mirada denotaba una gran melancolía. Mis hermanos llenaban como podían ese pesado vacío que había dejado Jimmy en mi vida. Y esperaba con impaciencia, que alguien viniese pronto a ayudarme a recuperar de nuevo mi alegría y mis ganas de vivir.

No tuve que esperar demasiado tiempo. Unos meses después falleció el médico del pueblo y vino un nuevo doctor a ocuparse de la consulta, en compañía de su bonita familia. Justin su hijo mayor, comenzó poco a poco a entrar en mi corazón ganándoselo merecidamente, puesto que era lo más parecido a Jimmy que hubiese imaginado, aunque no igual, mi Jimmy siempre sería insuperable...


Un nuevo futuro se presentaba ante mi, en el que intenté poner el máximo de ilusión posible, aunque una parte de mí, había quedado seriamente dañada de manera irrecuperable. Justin supo todo lo que había pasado, y creo que se conformó con se el segundo, eso me demostró todo lo que me quería y le dí la oportunidad de compartir mi vida junto a él.





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